Su anterior colección tomó elementos tan poco atrayentes para la crítica como efectivos para el gran público que consume flamenca casi sin ver pasarelas. Los tonos pastel y los estampados florales (igualmente apastelados) vivieron una genial vuelta de tuerca en ‘Serendipia‘, la propuesta quizá más personal de un Luis Fernández que tiene el aval del buen gusto como complemento innato para sus flamencas y que a través de recursos bien centrados sabe guiarnos por la costura y por los volantes hasta mostrar un perfil que, además de elegante, es flamenco y es cool. O ‘Flamencool‘:

El arte de no fallar. Vamos a ponernos en situación con la siguiente pregunta: ¿Sabéis de esa chica de vuestro pueblo o ciudad que, cada vez que hay una boda o similar, siempre destaca por ir elegante y correcta siendo fiel a su estilo y sin ser una sucesión de lo que hemos visto en 200 cuentas de instagram? Pues eso ocurre con la flamenca de Luis Fernández: no es la más creativa, no es la que más se arriesga, no es tampoco la más clásica, pero sí es esa chica que la ves y te gusta como va porque cumple con el papel, cumple con lo que se le pide a una flamenca que sepa lidiar lo clásico con lo moderno y aún tenga tiempo de meter algún detalle personal y cumple, sobre todo, con esa sensación de estar viendo cosas nuevas sin recurrir a imposibles. A veces, y aunque no lo parezca, más vale corrección en mano que cientos de ideas volando.

El arte de no fallar… en la costura. Como ocurre con otras firmas que han optado por abrazar más lo clásico que lo innovador, a Luis le respalda un trabajo más que exquisito de facturación: telas bien elegidas, patronaje pulido, costura impecable y acabados que responden a la calidad que se le supone a la flamenca. Y señoritas, créannos, cuando un escote está en su sitio o un pespunte está donde debe, se nota (¡Vaya que si se nota!).

Lunares para ¿olvidar? la Serendipia. Como decíamos al principio, tras una temporada de flores, lisos y colores apastelados salpicados de perlas, la flamenca de Fernández toma, casi por casualidad, una de las hechuras más recordadas de aquella propuesta y hace de los lunares de tamaño medio/grande (que no maxi) su protagonista. Flamencool tira de combinaciones de color que recuerdan a las flamencas de los primeros 2000 (esa época de naranja, verde y rosa como el culmen de la creatividad) y se une a una extensa paleta de colores que, pudiendo haberse quedado en perfiles de trajes muy previsibles, van más allá y saben diferenciarse.

Una colección abierta pero coherente. Si mirásemos los trajes por separado habría quién pudiera pensar que el concepto de colección está algo difuso, un detalle que en sus dos colecciones precedentes ya se veía con algún traje que se salía del guion. Pero la clave de todo está al principio Flamencool, ya que el grupo en blanco y negro resume y traza cada uno de los perfiles que vendrán luego: habrá sitio para el volumen, para la ausencia del mismo, para la que quiera moda aflamencada, para la que quiera pocos detalles y para la que busque un trabajo más artesanal de costura. Básicamente, Fernández representó y anticipó un conjunto antes de ponerle color.

Nuestra selección: nos quedamos con el conjunto de traje de chaqueta, el traje rosa de lunares blancos o el verde de lunares en rosa.

Puedes contactar con el diseñador por Instagram.
Luis Fernández tiene su atelier en Sevilla. Contacto: 665309202

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