El momento más esperado o más importante de toda la temporada 2019 llega esta semana por fin: SIMOF cumple 25 años y lo hace en un momento en que la moda flamenca está cambiando, en la que el discurso de los volantes ha variado por completo y en el que el foco se pone por igual en las palabras «moda» y «flamenca». Las últimas ediciones de la pasarela dan fe de ello: si su 20 aniversario, allá por 2014, fue el punto de inflexión, la perspectiva que nos da el tiempo transcurrido en este lustro es que el sector ha cambiado, ha evolucionado y ha progresado.
Cambio, evolución, progreso. Justo tres palabras que en estos tiempos tan convulsos en la sociedad son bastante necesarias y que a algunas personas, que siguen metidas en sus cavernas, se les atragantan cada vez que las oyen. Pero el cambio ha llegado y SIMOF, de manera inesperada (o tal vez no), ha sido su principal aval o el espacio en el que jóvenes diseñadores han ido experimentando y demostrando que la flamenca tiene mucha vida, que los volantes no son solo trajes al uso y que nuestra moda tiene un solo lenguaje pero miles de acentos que se entrecruzan los unos con los otros. Porque, de unos años para acá, hemos sido testigos de grandes colecciones, de miles de propuestas y de tendencias que han ido cambiando el discurso tradicional y llegando a ser aceptados por el público. La flamenca de Feria ya no es la única que desfila en la pasarela. Junto a ella conviven otros tipos de flamencas, de diseños, de volantes y de lunares que enriquecen o amplían las miradas para que todo tipo de público pueda sentirse representado en él. Y subrayen esa palabra: CONVIVENCIA. Otro término que a los que reparten carnés de salvadores de la costumbre se les atraganta. Señores, señoras: nadie, absolutamente nadie, va a mover un dedo para que los estilos clásicos desaparezcan, nadie quiere destruirlo, al revés: su presencia es necesaria para saber de donde venimos y para entender qué estuvo antes de quienes ahora han llegado. En SIMOF de hecho convive la lección de Lina con el arsenal de ideas que firma Verónica de la Vega. O la sevillanía de Pilar Vera con la fantasía de Antonio Gutiérrez. O la producción en serie de Molina con el cuidado concepto de exclusividad de Ana Morón. Todas las visiones son válidas, todas las flamencas han terminado por ser igual de flamencas y todos los estilos se unen cual Esperanto para caminar luego sobre el albero o la arena ya que hay quienes preferirán andar con un canastero lacio y mantoncillo y habrá quienes muevan sus pasos con volantes deconstruidos pero ambas sabrán que tendrán su sitio. Y eso lo saben quienes se dedican a los volantes y se ve en SIMOF, especialmente en su viernes tarde.
La moda flamenca ha cambiado, y de igual manera que hace 25 años la industria nació a partir de esas cinco siglas, ahora ese mismo sector se ha hecho mayor, ha crecido en todos los sentidos y es su pasarela madre la que abandera un movimiento que moderniza y coloca los volantes en un viaje mirando al futuro pero con un profundo respeto al pasado. Hay escépticos y escépticas, hay quienes repiten hasta la saciedad varios mantras o frases que demuestran que no se han molestado en conocer a fondo o ver lo que realmente está pasando y hay quienes, sin leer o sin informarse (señores: LEAN, JODER, LEAN), se empeñan en hablar de destrucción en vez de ver o intentar entender que estamos en construcción de algo muy bueno y que el día que la flamenca aceptó unirse a la moda se embarcó en un viaje que nunca debe parar.
¿Nos subimos a bordo de este viaje?