Casi dos meses desde que las conocimos y con tiempo más que suficiente para ver y revisar cada desfile. En este 2025 las colecciones que abrieron la temporada flamenca en las diferentes pasarelas las vamos a repasar aquí en lo que serían una suerte de crónicas individuales de cada una pero agrupadas en sus días. Similar a lo que hemos hecho en años anteriores, pero un poco más explayado y con las palabras más masticadas (frente a la inmediatez de tener que publicar al día siguiente de la pasarela).

Comenzamos nuestro repaso con la que puede que sea una de las jornadas estrella: el domingo de We Love Flamenco. 6 desfiles de firmas dirigidas por mentes jóvenes pero todas ellas con cierta trayectoria. El resultado no se aleja de lo que está siendo la temporada en general (seguimos sin colecciones rupturistas) pero a falta de creatividad exacerbada lo que si hay son propuestas bonitas y que harán las delicias de las que sí van a estrenar traje.

Otra cosa que hay que empezar a revisar es la duración y el ritmo de los desfiles. Quien va a un desfile va a un espectáculo y, como tal, hay que tener al público entretenido, mantenerlo con la mirada activa, con ganas de más y con la sensación de que no se puede apartar la vista de la pasarela. Cuando un desfile se hace pesado o monótono, se viene abajo el trabajo de meses. Cuando las modelos van lentas o la música no acompaña no se tarda en ponerse a hablar con el de al lado, o mirar el móvil. Ahí ya has perdido a alguien. La falta de fluidez no es que nos afecte a quienes estamos ahí todo el día: quién va a un único pase, por más ganas que tenga, también acaba perdiendo la atención. Sacar a las modelos de dos en dos para que hagan piña y luego pasarela cada una, hacer cortes de música con parones que superen los 30 segundos, desfiles de 20 trajes que alcanzan los 20 minutos, secuencias sin apenas cambios, actuaciones, vídeos… Que Juan Boleco o Pedro Bejar destaquen sobremanera no es solo por sus colecciones, también es porque saben presentarlas muy bien. El qué tan importante como el cómo.

Ismael Domínguez, ‘Alegrías’. Lazos, rayas, volantes a la cadera. Con tres ideas se resume el desfile e Ismael vertebra su nueva colección, una propuesta que juega a un concepto cerrado en la que casi todos los diseños están relacionados entre sí, ya sea porque la gran mayoría de las faldas cuentan con volantes que parten de la cadera, dando mucho protagonismo al patrón estrella de la flamenca en la mitad inferior de los diseños. También se reproducen y mucho en los hombros, combinándose con mangas ceñidas. A ellos se unen los lazos, bien sean en escotes, cuello o mantoncillo y, como hemos dicho, las rayas. El ejemplo más claro de toda esta colección lo vemos en el vestido que aparece en tercer lugar sobre estas líneas. Con ‘Alegrías’ Ismael deja su huella en We Love Flamenco, pone sobre la pasarela una flamenca de costura más que solvente pero en la que se repitieron dos cosas que debieron quedarse en su primera colección: sacar lo más interesante en primer lugar (el comienzo, de nuevo, espectacular y rotundo) no es lo más recomendable y excederse con el tiempo del pase mucho menos aún.

Rafael Leveque, ‘DIX’. Desde que finalizó la pandemia hemos visto, a lo mejor más de lo deseable, una especie de proliferación de aniversarios en la moda flamenca que, en muchas ocasiones, nos dejaban con la duda de qué había que celebrar concretamente. En casos como el de Rafael Leveque es algo complicado de vislumbrar: al algecireño lo hemos visto en diferentes pasarelas y, cuando no, ha sacado su colección por su cuenta. Trabajo ha tenido, pero la línea temporal, en su caso, no se traza de igual manera. Su salto a We Love Flamenco lleva aparejado sus 10 años en la moda flamenca con una propuesta correcta, de trajes que cumplen con su función de ser vistosos y elegantes para una Feria que se celebrará en un contexto de saturación de marcas o escasez de identidades que sean reconocibles a la primera. Y si bien Leveque recurre a los estampados propios para desmarcarse, hay una cosa que, en conjunto, se echa en falta: un estilo único que englobe el aniversario celebrado, porque más bien parece una colección donde se presenta a sí mismo con vistas a que se le vaya viendo por donde quiere ir, como la que se hace en el tránsito de novel a profesional.

Juan Boleco, ‘Vudú’. Si vuelve a las pasarelas es porque tiene algo que mostrar, no que demostrar. Juan Boleco ya no tiene nada que justificar, su nombre en la moda flamenca habla por sí solo, pero si venía a desfilar algún as se guardaba. ‘Vudú’ es esa carta que nos remite a la noche, a una suerte de Rave que busca directamente a esas flamencas que saben que lo mejor de la fiesta nunca pasa en una casa del Rocío, sino en los aparcamientos (o en las cuadras), regando el animal print, los cuellos a lo Miércoles Adams, los colores oscuros y los cortes a la cintura (tan marca de la casa) con latas de Monster y vaper de sandía. Si el diseñador sale con ganas de jarana cuando se sube a una pasarela, no espera menos de su clienta cuando luce sus volantes. La corrección que se la queden otras.

Alicia Suarez, ‘Todo es de color’. Convertida ya en toda una superviviente entre los ganadores de noveles de We Love Flamenco (de eso hablaremos otro día), Alicia Suarez se incorporaba al domingo con una propuesta que sigue reflejando sus filias y sus manías que ya se veían en colecciones precedentes. Alicia tiene algo muy bueno: le gusta jugar y colocar los volantes en los trajes. Sus ideas aprovechando asimetrías, pequeños volúmenes o caídas son un claro sí. Pero… ya está. Ahí se queda. La sensación que a veces nos dejan algunos trajes es que Alicia tiene una buena idea que no amplía al resto del diseño, como si se quedara en el primer boceto. Nos pone por delante una falda, un escote o una manga que de manera individual resultan muy atrayentes, pero hay más cuerpo qué vestir. No ocurre en toda la colección, pues hay diseños donde el estilismo completo queda redondo, lo que pasa es que hay otros que quedan como base de algo que podrían ir a más. Si a eso le añadimos la sencillez de maquillaje-peluquería o ausencia de complementos, el conjunto parece que queda a medias. En términos académicos: es sacar un notable cuando cuando puedes tener perfectamente un sobresaliente. Y en Alicia hay madera de algo más.

José Manuel Valencia, ‘A lo mío’. A más caótico, mejor. José Manuel es muy folclórico, muy de pueblo y muy de hacer los trajes pensando en donde van a acabar (sí, en las Cruces). Y ahí es donde mejor funciona: sacando trajes que parecen tener nombre y apellidos, poniendo al mismo tiempo las faldas cuajadas de volúmenes y las partes de arriba con sus buenos detalles que son deudoras de la tradición onubense. Porque lo suyo es juntar el más es más pero en un filtro clásico. Un estilo más propio de una fiesta mayor que de una Feria y que por el camino nos va dejando un ramillete de trajes agradecidos de ver. Mejor que esté a lo suyo y en lo suyo que intentando agrupar diseños o cerrando el concepto de colección a una única estructura.

Pedro Bejar, ‘Escribano 27’. La carrera de Pedro Bejar es la de una dualidad o contradicción constante. Por un lado, lo que se ha esperado siempre de él. Por otra, la huida hacia adelante en la que él mismo siempre ha intentado hacernos ver qué es lo que realmente le motivaba en la flamenca. Si se hubiera quedado en lo primero y se dedicara a ser complaciente, no habría salido del popelín y los lunares pequeños pero, visto en perspectiva, su colección de 2019 (la de sus 5 años) servía para casi darles carpetazo. Ahora, en otro aniversario, ‘Escribano 27’ es un repaso a todo lo que Pedro incluía en sus colecciones y que, a lo mejor no fueron el ‘Hit’ de la misma, pero fueron ideas que estaban muy claras en el cuadro de inspiración de aquellas temporadas. Una sucesión de rarezas o de guiños a detalles propios que fueron más mediáticas en pasarelas que en el albero y que aquí se visten de unas acertadas tonalidades de colores oscuros-saturados o de unos volúmenes que, al menos en su caso, siguen sin agotar el imaginario flamenco.