La sexta edición de We Love Flamenco y la segunda de Viva by WLF han finalizado. Con ellas Go Eventos ha puesto sobre la mesa las primeras flamencas de la temporada, primeras ideas y tendencias y las claves de por donde pueden ir los tiros en cuanto a volantes. Pero además de ver desfiles y más desfiles, ¿Qué más nos dejan estos 10 días de pasarela?, ¿Qué hemos visto ademas de moda?, ¿Qué sensaciones o titulares deberían dejarse para el recuerdo en cuanto a organización y pasarela? Hoy lo analizamos en 10 claves o titulares que extraemos de este primer contacto en 2018 con la moda flamenca.
1. La flamenca clásica pisa esta pasarela. Y no tiene nada de malo. Al revés. We Love Flamenco es un concepto donde espacio, diseñadores, modelos, estilismos e incluso fotografías nos remiten a lo mismo: a la flamenca de la Feria de Sevilla. El estilo clásico siempre protagoniza y se crece en una pasarela en la que, además, hemos visto como Pitusa Gasul, Ángela y Adela, Pepa Garrido, Mercedes Dobenal o Rocío Peralta han firmado mejores colecciones que en temporadas anteriores.
2. Consolidación de estilos y de personalidades. Los pocos años de esta pasarela y la escasa visibilidad de algunas de sus firmas antes de desfilar nos ha impedido, hasta ahora, configurar las personalidades de las flamencas que salen de We Love Flamenco. Pero ya sí podemos ver algunos estilos muy clarificados. Por poner algunos ejemplos: las flamencas de Rocío Olmedo, José Hidalgo, Fabiola, Mónica Méndez o Carmen Acedo ya se reconocen por sí solas: son diseñadores con entidad propia, con unos diseños que, año tras año, evolucionan manteniendo la esencia de sus creadores. Y esa esencia, les aseguro, es lo que les confiere personalidad a muchos de ellos…
3. Quién se sabe grande, juega a lo grande. Hablamos de El Ajolí y Pol Núñez. Por trayectoria, por años, por experiencia, por aportación a la moda flamenca y por el respeto que se han ganado entre sus compañeros. Son las dos firmas maestras que pisan We Love Flamenco desde su primera edición y ambas nos han vuelto a dejar un desfile que es un arsenal de ideas, de estilismos y de flamencas que reivindican el estilo personal de estos dos emblemas de los volantes. Habrá desfiles más espectaculares o ideas más creativas, pero no se engañen: pocas flamencas te darán el aprendizaje que las que nos traen las familias Jimenez y Núñez Pol.
4. ¿Amamos el flamenco? Amemos el flamenco. Tras un par de años donde parecía que todo volvía a su cauce, hemos llegado a este 2018 en el que han aparecido de nuevo colecciones en las que casi el 50% NO eran trajes de flamenca. Y ojo: una cosa es hacer moda de fiesta aflamencada o diseños de vestidos, monos o pantalones que huelan a Feria (que los hay y viene bien verlos) y otra muy distinta es plantar colecciones que bien podrían lucirse en otras pasarelas. Que sí, que aquí cada uno paga y en su desfile hace lo que quiere, pero les recordaré unas sabias palabras de Lina madre: tiene que haber flamenco en el traje. En ese sentido, y como ya dijimos, el desfile-regreso de José Luís Zambonino ha sido un verdadero ejercicio de honestidad con la moda flamenca: todos sus trajes de principio a fin estaban hechos para una Feria o para una Romería.
5. La bata de cola todavía tiene miga para sacar... Hablábamos hace poco de como estaba desapareciendo de los desfiles y de repente ha llegado un We Love Flamenco en el que hemos visto más de diez. Pol Núñez cerró su desfile con 4, la pareja de Pablo Retamero y Juanjo Bernal abría y cerraba con sendas batas en homenaje a Lola Flores. Luisa Pérez la recuperó para el cierre de su desfile y Juan Boleco la reconstruyó también en el suyo. Si… hay vida para la bata de cola (por suerte).
6. Y el mantón de manila se reivindica a sí mismo. Uno de los desfiles para aplaudir de este We Love Flamenco ha sido el de Foronda: ni modelos desnudas reliadas en el mantón ni licra negra metida con calzador: estilismos puros y duros con sello sevillano y en el que mantones y mantillas sabían convertirse en protagonistas. El desfile no solo fue un ejemplo de buen gusto a la hora de pasear la pieza, también fue la manera de reivindicar el mantón como un complemento que merece su sitio tanto en la Feria como en cualquier tipo de celebración importante que tengamos en nuestra agenda.
7. Viva by WLF, la hermana pequeña busca su sitio. Los almacenes Peyré se han abierto a los desfiles con la segunda edición de una pasarela que debe buscar su identidad propia. Cierto es que el edificio necesita de una reforma que lo adapte mejor a este tipo de eventos (quien dice reforma, dice obra, pero a ver quién se pone a ello), pero la idea parece clara: Viva es una pasarela que, si pasan los años, se planteará a su manera.
8. No pongamos límites a los jóvenes. Ventura, Juan Boleco y Javier Mojarro. El primero y el último se han confirmado este año como dos creativos a tener muy en cuenta y como dos diseñadores que ya se están labrando su propio estilo que nos dejará muy buenas sensaciones en pasarela. Eso pasará siempre y cuando la clientela responda y ninguno de ellos acabe prisionero del temido «hay que hacer lo que se vende». En cuanto a Juan Boleco… estamos deseando ver si en 10 días y en otra pasarela hay quién supera esa ‘Catarsis’.
9. Modelos: el cambio generacional que ya llega. Las cinco bajas en el casting de las llamadas modelos fijas (casi todas ellas por motivos de fuerza mayor) con las que llegaba esta sexta edición ha sido el reflejo de como la profesión de maniquí no es eterna y que cada año puede haber cambios. Esas bajas se han compensado con unas incorporaciones de modelos procedentes de los cursos que se imparten en Go! Eventos y de un casting abierto. De todas ellas, yo me quedaría con un nombre: Laura Grau. Joven, diferente, con instinto de pasarela y una fotogenia espectacular. Dará que hablar. Otra Laura, la Villalba, ha sido el mejor ejemplo de que el mejor aliado de la madurez es la dosificación: hacer menos desfiles le ha sentado de maravilla.
10. La nueva pasarela: de un salón a un pabellón. El parqué del Salón Real estuvo presente solo el primer día. A partir del jueves una moqueta gris lo cubrió. Y la puerta que hacía las veces de arco o marco final para casi todas las fotos se vio cubierta por una pantalla donde aparecía el logo del diseñador. Si a ello le añadimos la sustitución de sillas por unas gradas, que ha permitido jugar más con el reducido espacio, tenemos un We Love Flamenco que, a pesar de su concepto clásico, empieza a desprenderse de sus elementos icónicos en favor de unos desfiles más propios de pasarelas convencionales. Hay a quién le ha gustado y hay a quién no… ¿Se mantendrá en 2019?
De momento nos quedamos con la temporada actual, con las muchas colecciones que nos quedan por reseñar y por las pasarelas que aún están por llegar, ¿Continuamos con la temporada 2018?