Un camino de huellas y pisadas nos van guiando por un espacio natural donde todos creemos retroceder en el tiempo y volvemos a esa época de estar en familia con los nuestros y viviendo el momento con esas costumbres y esas paradas que ya forman parte del ritual. Las horas por las arenas parecen que se alargan aunque de un año para otro pocas cosas cambien. El lenguaje de las palabras se transmite por el cante, las miradas hablan de emociones y el cuerpo se va preparando para lo que está por llegar.

Como dice la sevillana, ‘hay vivencias del camino que no se pueden contar’. Hay miradas que expresan todo cuando no encontramos verbo o adjetivo que lo califiquen, hay sentimientos que hay que vivirlos para saber lo que es. Hay un camino marcado por arena y agua que nos guía hasta la aldea para vivir un encuentro que dura segundos pero cuyo recuerdo perdura para siempre. Hay huellas en nosotros mismos que quedan marcadas por esos momentos tan especiales. Hay reflejos de nuestra forma de ser que cada año resurgen cuando nos colocamos la medalla y nos van recordando como fue y como queremos que sea… Pero solo el camino dibujará lo que está por venir, solo las huellas de quienes han pasado por delante nuestra nos delata que poco a poco vamos llegando a la aldea, solo un horizonte de marisma bañada por un sol de primavera andaluza es lo que nuestros ojos ven hasta que llegamos a ese momento tan ansiado.

Solo lo que vemos a través de nosotros mismos nos permitirá sentir todo aquello que ocurre en el camino…

Créditos:

Fotografías: Javier Abad.
Dirección de arte: Cayetano Gómez.
Diseños: María de Gracia, María José Blay, Sonia e Isabelle,
Cecilia Alcántara, Camacho Ríos y Ernesto Sillero.
Modelo: Soledad Bayón.