Siguiendo la trayectoria de los desfiles de Rocío Peralta, sabiendo que la diseñadora recurre a diferentes culturas para tematizar su puesta en escena y siendo conscientes de que esto se queda en un atrezzo de pasarela, la cuestión está en ver a qué país/cultura le tocaba este año. Desvelada poco antes del mismo We Love Flamenco, la idea de llevar a sus flamencas hasta el lejano Oeste pasa por ser una de las más lógicas y que, con matices, mejor se amolda a los volantes. No es de extrañar: el desierto, la arena, los caballos, los sombreros o la ropa e indumentaria de estética cowboy son tan susceptibles de aparecer en un desfile o editorial de moda flamenca que Rocío Peralta no lo ha dudado y así nos lo presenta en ‘Del oeste hacia el Sur’.
Dejando a un lado plumas y algunos detalles de maquillaje, lo cierto es que muchas de las salidas y estilismos resultan interesantes para un camino del Rocío con un punto más exótico. De hecho es así como empieza la colección: con propuestas de camino clásico, de canasteros de talle alto, nejas enterizas, volantes al hilo y la combinación de rojo y negro con un blanco tirando a beige. Un inicio pensado para las arenas que da paso después al colorido, a los estampados florales, a los negros con lunares de colores y a las propuestas de Feria. Todo en colores muy saturados y muy vivos, con ausencia casi total de tonos pasteles o empolvados. Entre medio se ven algunos detalles que, insistimos, no tendrían por qué desecharse: cinturones de piel, chaquetas o chaquetillas de ante, collares y pendientes de muchos colores y con plumas, mantas haciendo las veces de poncho… Si se sabe leer entre líneas, la colección suelta algunas ideas que podrían llevarse al Rocío y a la Feria.
No sería la primera que esto pasa con un desfile de Peralta: ella fue quién llevó la estética de Frida Kahlo a flamenca y quién sabe si este cruce entre los Vaqueros y los Indios americanos podría traducirse en la recuperación de ese estilo silvestre o asalvajado que se inspira en el medio Oeste.
Tanto peso tiene el estilismo que, por primera vez, los mantoncillos quedan en un papel muy secundario y lo hacen en un año en que Peralta ha apostado por aproximarse al mantón de manila clásico, con flores bordadas, mucho colorido y un estilo que se desvincula de los estampados o brocados de años anteriores. Junto a ellos, y hablando solo de trajes, destacaríamos los volantes de capa, los talles más bajos y el mayor juego de vuelo y metros en algunas de las faldas, que hacen un pequeño guiño a la tendencia setentera a la vez que se acoplan a este lejano oeste que, repetimos, puede que deje de ser tan lejano…
En líneas generales: Rocío Peralta repite estructura de desfile con una colección de trajes clásicos y setenteros a los que añade un estilismo inspirado en los westerns americanos dejando algunos estilismos que, tomando algunos detalles, podrían usarse en el Camino.
Destacamos: los mantoncillos. Apenas se ven o destacan en el desfile, pero son de los mejores que hemos visto esta temporada.
Ahora suena: Bruce Springteen, ‘The River’.
Nuestra selección: nos quedamos con el azul de lunares blancos y carrucha roja, el amarillo de lunares blancos y el rojo de lunares blancos.
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