Hay personas que cuando tienes la suerte de cruzarte con ella, lo mejor que puedes hacer es callarte y escucharla, porque de cada palabra que le oigas te llevas una lección. Puede sonar exagerado, pero a veces realmente es así y así lo comprobé: a la salida del desfile de la firma en SIMOF 2013 me presentaron a Marcelina Fernández (o ‘Lina Madre’ como ya le decían) que ya había cedido el testigo como alma creativa de la firma a su hija Rocío. Ella me preguntó qué traje me había gustado y yo le dije que uno de los que menos volantes tenía, a lo que ella me respondió: pero ese traje tiene flamenco. Solo con esa frase ya te enganchaba, tenía ese algo especial de las personas que lo transmiten todo desde la primera frase y te quedabas atento porque no querías perder el hilo de lo que te estaba contando. Ahí fue cuando entendí, porqué el nombre de Lina es clave para entender la moda flamenca.

Imágenes del archivo profesional de Lina. Fotos cedidas por la firma.

Ese mismo año, como ya reseñamos aquí, la firma recuperaba el sitio y el lugar que le correspondía en SIMOF con un desfile de apertura que suponía ese reconocimiento a ser historia y presente de los volantes y que ha mantenido desde entonces con la salvedad de este 2020, aunque ha sido por una buena causa: celebrar sus 60 años. Lo hace la familia Montero Fernández y el equipo en general que les acompaña con un desfile y una colección a la que, de momento, no se le ha puesto nombre y cuyos detalles parecen residir más en la historia de la firma que en su propuesta para la temporada que entra.

Imágenes del archivo profesional de Lina. Fotos cedidas por la firma.

No es para menos: estamos hablando de una diseñadora que apostó por un sector inexistente y que con sus creaciones dio forma al imaginario colectivo de lo que es el traje de flamenca vistiendo a las grandes estrellas del folclore en sus espectáculos o en películas así como a personalidades donde siempre destacarán Grace Kelly o la Reina Sofía (cuando era Princesa) junto a la Duquesa de Alba, Marisol, Carmen Sevilla o Isabel Pantoja, nombres estos últimos que, si nos las imaginamos de flamenca en los años 60, 70 u 80 , lo más seguro es que fuesen de Lina. Tal vez por eso es obligatorio repasar su trayectoria a la hora de hablar de flamenca clásica, y tal vez también por eso, este aniversario y esta colección llegan en el momento propicio: en un momento donde parece que todo se decide en instagram, donde tenemos cada vez más formas de aprender pero al mismo tiempo hay más ignorancia o desinformación, este desfile será la ocasión perfecta para que muchos y muchas aprendan quién es Lina y entiendan que, gracias a nombres como ella, hoy estamos aquí.

 

Porque Lina hacía moda flamenca antes de pasarela, de desfiles, de firmas, de tendencias y de redes sociales. Fue el proyecto conjunto de Marcelina y Francisco que no solo supieron ver que los volantes tenían mucho que decir, también han sabido mantenerse, gestionar el éxito, consolidar la clientela y ser parte fundamental de la historia viva de Sevilla. Una historia que a día de hoy se sigue escribiendo con sus hijas: el cambio generacional que se dicta en la moda convencional se ha quedado en casa si hablamos de Lina: Rocío en el taller y Mila en el despacho marcan el rumbo actual de la firma en la que, cada temporada, se consigue equilibrar la esencia pura de la firma, los preceptos y conocimientos que ellas mismas aprendieron de sus padres, con esa visión, esa forma de mirar al futuro y de adaptar el discurso canónico del traje de flamenca a las tendencias actuales, a los nuevos retos de la moda regional y a las formas a las que volantes, lunares, flecos o bordados se están abriendo. Todo ello sin perder su identidad, sin dejar de trazar ese perfil que dibuja la sevillanía en primavera que el próximo jueves 9 de enero en la Casa Salinas del barrio de Santa Cruz y que se incorporará a una hemeroteca gráfica que, como veis en este post, es historia pura de los volantes.