Faltan cinco escasos días para que la moda flamenca se reencuentre con el día que, tradicionalmente, suele marcarse por sí solo cada año: el jueves de SIMOF, el del comienzo de la principal pasarela de moda flamenca. Pasarela, Feria Comercial o espectáculo integral. El cambio de sede al nuevo Fibes ha sido finalmente el revulsivo que ha hecho que la principal cita con los volantes vuelva a desmarcarse y se diferencie de nuevo con respecto a las demás.
Las imágenes del año pasado hablan por sí solas: habrá a quienes les guste y habrá a quién no, pero el cambio que necesitaba SIMOF lo teníamos ante nuestra mirada y tuvo que ser Fibes quién nos guiara hasta ella. Es decir, si ahora la pasarela está sobre el escenario de un auditorio es tal vez porque la flamenca que se ve en SIMOF es puro espectáculo. Más que en cualquier otro lugar. Incluso los mismo diseñadores parecen ser conscientes de ellos. Solo en esta pasarela se puede ver el concepto de colección junto a las flamencas de firmas como Pedro Bejar, Alejandro Santizo, Ana Morón, Ernesto Sillero, Andrew Pocrid, Antonio Gutiérrez, Alex de la Huerta o Javier García por decir algunos nombres. Jóvenes que, de manera intencionada o no, han moldeado su estilo o han desatado su creatividad en favor del espectáculo. Y es que esa savia nueva es la que está regenerando, la que está apostando y la que (inciso: Hola Fibes y Doble Erre, leed esto que sigue bien) está manteniendo a SIMOF como la gran pasarela de moda que es hasta el punto de que las dos primeras jornadas suponen un golpetazo sobre la pasarela que, les puedo garantizar, cualquier amante de la moda necesita su tiempo para digerir. Digerir para bien, claro. Esa esencia, la de ser convertir la moda en espectáculo y la de ser el génesis de las principales tendencias que, con los años, se traducirán en ideas ponibles es lo que definió a SIMOF y lo que a día de hoy intentan mantener los últimos diseñadores en llegar. A los hechos me remito: si nos ponemos a analizar cuentas de instagram o de facebook donde se dedican a postear fotos de trajes hechos por agujas anónimas o de firmas más modestas, al final encontraremos ideas, patrones o trajes que, realmente, primero estuvieron en SIMOF (¿Verdad Sergio Vidal, Cañavate, Cristo Báñez, Curro Durán o Cristina García?). Puede que el próximo viernes veamos cosas que haga que alguno diga: «¿Y eso quién se lo pone?», y puede que ahora se lo pongan pocas, pero en un par de años esas ideas se suavizarán y se harán atractivas para esas flamencas que no tienen el riesgo entre sus palabras favoritas del vocabulario. Riesgo que, por cierto, es el que corren esos últimos diseñadores en llegar y que, a veces, no encuentran su recompensa en la dictadura del like de instagram. O no tan últimos: los nombres antes mencionados y que desfilan este año van, como mínimo, a por su tercera colección en esta cita.
Tampoco se debe olvidar a las firmas de mayor trayectoria y es aquí donde también se produce un cambio que ellas mismas han vivido (incluso sin darse cuenta). El nuevo despliegue tenía que darse a conocer al público con un nombre en particular y, curiosamente, nadie mejor que Lina para inaugurar el nuevo SIMOF: sus flamencas fueron las que abrieron la pantalla, las que salieron en un grupo interminable de casi 20 modelos y la que, sin palabras, recordaron que esto es moda flamenca, y aquí nadie ha venido a jugar. Sino a ganar. Tras ella llegaron Pilar Vera, Loli Vera, Carmen Vega, Sara de Benítez o Aurora Gaviño para demostrar que sus ideas no se empequeñecían ante tanto espacio y que el equipo de Doble Erre tenía preparada la pasarela para que cada una de ellas se luciese como un año más.
Es así como el espectáculo continuó, como la flamenca de SIMOF revive y revivirá en pocos días. Lo hará gracias al trabajo de varias generaciones de diseñadores que han asumido su papel y en el que, ojo, también hay claroscuros: si en otros lugares el conjunto hace que las colecciones de todo su cartel se queden en una faena aseada, en SIMOF podemos llegar a encontrarnos las mejores colecciones de la temporada junto a otras que se vienen abajo por no alcanzar ni el nivel del sitio en el que están ni la exigencia que sus compañeros (diseñadores) han puesto ante el público. Pero ojo, el drama es también parte del espectáculo, y no hablamos de colecciones que juegan a la emoción fácil con recursos manidos, efectismos de telenovela e imitadoras de India Martínez que se creen que están en las audiciones a ciegas de La Voz, no. Hablamos del drama de no estar a la altura, del aplauso que te regalan quienes nunca te van a decir que esta vez a lo mejor no has acertado y que haberse metido en una camisa cuya medida no conoces no era el camino a seguir. Un drama que se podría hacer presente en SIMOF para cualquiera de sus actores implicados (diseñadores, público, organización, prensa) porque las mieles del éxito y las hieles del fracaso nacieron precisamente sobre las tablas de un escenario, justamente el mismo sitio sobre el que se posará la pasarela para recibir a sus flamencas.
Sentémonos y disfrutemos de lo que viene. Show must go on.