Regresando a los orígenes, al lugar donde nació esa idea que hoy es patrimonio de su ciudad y de su sector y ocupando el lugar que le corresponde que le ha hecho abrir una nueva página en el libro de la historia de la moda flamenca. Los 60 años de Lina se celebraron en la sevillana Casa Salinas con la presencia de familia, amigos, clientela y, sobre todo, muchísimas personalidades que han vestido y hecho gala de sus volantes. Todo un acto social que también fue la apertura de la temporada 2020 de volantes y efectivamente así lo vimos: ‘Gratitud’ es lo que Mila y Rocío Montero han querido expresar con esta colección, pero también el compromiso y la responsabilidad de ser una de las firmas cuya propuesta nunca debe pasarse por alto ni en pasarela ni en la Feria. Así pues la colección de este aniversario tiene esa doble vertiente: por un lado representa el momento especial para la familia Montero y, por otro, no deja de ser la propuesta 2020 de Lina que aquí os detallamos:

Hacer historia recuperando la historia pero con sutilezas. No hay reproducción ni estampas repetidas, la colección comienza, sigue y termina con un auténtico repaso a la historia de la moda flamenca en la segunda mitad del siglo XX (y en lo que llevamos del XXI) pero no lo hace haciendo la versión sin modificar de trajes que ya conocemos. Más bien se han traído al momento actual ideas recurrentes, identificables e incluso icónicas que todos hemos visto alguna vez pero con aires renovados e incluso mirando al futuro: Rocío y Mila Montero nos cuentan de donde viene Lina a la vez que nos dicen hacia donde va.

Blanco y negro: sin flamenco no hay flamencas. Es la combinación más usada, la más efectiva, la que hace flamenco aquello que toca, la que cualquier mujer que ame los volantes debería tener en su particular armario de flamenca. El binomio de blanco y negro (con lunares entre medio) aparecían de manera salpicada entre las salidas del desfile, pero cumplían con su cometido: te enganchaban, hacía que el traje lo memorizaras a la primera e incluso combinaban los patrones de la Lina de siempre con detalles en técnicas que eran un toque de atención o un recordar que muchas cosas en flamenca se inventaron hace años.

Volantes que miran hacia el futuro. A pesar de la estética clásica y genuinamente flamenca que envuelve a toda la propuesta, la realidad es que la mayoría de los trajes hacen una combinación en su estructura entre ideas clásicas con patrones que hacen suya la creatividad más actual. Es la inquietud y el saber renovarse, el recordar aquello que nos enamoró e integrarlo en un discurso donde, de manera más concreta, destacaríamos el trabajo de los escotes o de la parte (que podríamos denominar) de Camino como las que renuevan la filosofía de Lina.

Iconografía del traje… y del tejido flamenco. Una de las peculiaridades del desfile es que a través del mismo vamos viendo no solo la evolución del traje de flamenca, también como algunos materiales han tenido su momento a la hora de marcar ciertas tendencias o épocas. Valga como ejemplo reciente el plumetti: hace casi 10 años era la estrella de los muestrarios, ahora está casi olvidado y Lina lo recupera en varias salidas. Lo mismo hace con el cristal negro con lunares bordados (tan propio de las folclóricas a finales de los 80) o con el popelín en tonalidades ocres o apasteladas de lunares casi pegados. Todos ellos hitos las últimas tres décadas de la flamenca entre los que también hay estampados con cierta abstracción (tan de moda a mediados de la década de los 2000), los toques florales de hoy día o, por supuesto, los perforados que desde siempre han estado con Lina.

El estilismo reina una vez más en Lina. Raro es el año que el estilismo de peluquería y maquillaje del desfile de Lina no está entre los 3 primeros a recomendar para Feria, y el de este año no iba a ser menos. No dudamos que la cola con lazo de raso rojo y claveles con el talle largo atados a la misma será uno de los peinados a ver sí o sí en el Real, a igual que lo serán los pendientes de estilo clásico o incluso el maquillaje elegido, con un tono labial en coral anaranjado que, si bien en el desfile (por ser de noche) no se terminaba de ver, en una tarde de Abril resultaría de lo más interesante.

Nuestra selección: nos quedamos con el rojo de lunares negros (¿Se puede ser más flamenco?), el blanco con estampado cashmere en turquesa y el conjunto con falda asimétrica.

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Lina tiene su tienda en Sevilla, C/ Lineros 7.

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