La última jornada de SIMOF 2020 cerró el círculo de una edición que se recordará por la inmensa calidad de sus colecciones y, sobre todo, por el gran trabajo de toda la organización por cuidar cada detalle de SIMOF.
En lo que respecta a pasarela, de nuevo tuvimos un día repleto de desfiles donde la contratada escaleta de diseñadores apenas permite homogeneizar o dar una idea clara de qué es el Domingo de SIMOF. O puede que esa indefinición sea lo que nos lo diga: es el día donde se dan cita los estilos más variados o dispersos en clara referencia al público que solo puede desplazarse en fin de semana y que pudo disfrutar de colecciones como estas:
Yolanda Moda Flamenca, ‘Firmamento’. Flamencas clásicas, de siempre, de lunar, neja, mantoncillo y engaua de organdil. Lo justo y necesario para esos trajes que siempre se tienen en el armario pero que este año jugaba con una gama de colores donde el azul, el morado o el negro se llevan buena parte del peso de los volantes.
Málaga de Moda. La Diputación de Málaga repite experiencia en la pasarela principal de SIMOF con 7 firmas que bien representan a su provincia con los volantes de José Galváñ, Jorge Sánchez, Pilar Arregui, Rocío Bellido, Rocío Montserrat, F de Frank y Teressa Ninú. Un pase que, por cierto, fue el más fluido y ameno de los colectivos que hemos tenido en este SIMOF.
De Lunares y Volantes, ‘Dime que me quieres’. Desde su llegada a las pasarelas esta firma ha ido evolucionando, intentando dejar en un plano secundario los trajes más básicos y apostando por aquellos que ganen en espectacularidad escénica, den buena foto y sepan hacer lectura de tendencias. Y todo ello lo vimos en este desfile donde los colores y el volumen se repartían la atención del público.
Rosapeula, ‘Agua Salada’. Cinco años después la firma de Granada volvía a desfilar en solitario en SIMOF. En un mano a mano entre blancos y azules que remitían al nombre de colección, Rosapuela busca vestir a la flamenca de modernidad con las ideas que no deben faltar en el 2020 y con varios diseños donde incluso parecen mirar más allá del traje de flamenca en favor de otras ideas que, igualmente, tienen la Feria en su destino.
Bordados Manuela Romero, ‘Puntada tras puntada’. Más que un desfile de temporada, la presencia de Manuela Romero en SIMOF se debía a sus 60 años dedicados a la aguja y al bordado artesanal del mantón de manila, una tradición propia en muchos pueblos andaluces y que ayer recuperó esos desfiles en los que flecos y bordados eran lo único que cubría a las modelos. No había trajes pero si una exquisita selección de dibujos hechos hilo a hilo y de enrejados para los flecos.
Francisco Tamaral, ‘Iris’. Rompiendo con algo tan propio de sus flamencas como es la mezcla de colores, trabajo de degradados o tratamiento de tejidos, Tamaral propone una colección hecha entera en color block, dando a cada tono un traje, lo que da la sensación de sobriedad pero no de sencillez, ya que la mezcla de texturas y el trabajo casi al milímetro de los detalles se mantiene intacto en el desfile.
Sergy Garrido & Tapiju, ‘Oh My God’. Exactamente como dice es su nombre: Oh My God, OMG, Oh Dios Mío. Partiendo de la premisa de que la moda flamenca es para muchas una religión (cosa cierta), Sergy & Tapiju toman la inspiración y la indumentaria eclesial para vestir los volantes con excesiva dosis de transgresión y dejando una duda: ¿Por qué llamar la atención de esa manera y con esos trajes cuando el grueso de la colección ya se valía por sí sola en pasarela?
Carmen Latorre, ‘Calé y Doscopio’. Regresaba tres años después a SIMOF la veterana firma con un estilo renovado, ya que prescindieron en casi todo el desfile de los volantes que se suele identificar con ella. A cambio la propuesta buscaba unir lo clásico con la tendencia junto a mucho colorido y una supuesta inspiración en la obra de Gustav Klimt que, sinceramente, se vio en muy pocos momentos.
Rosa Pedroche, ‘Blessed Glory’. Analizar hasta qué punto cambia la percepción del trabajo de una firma cuando esta cambia de pasarela daría sin duda para un post propio. El caso de los hermanos Pedroche, no ha duda de que su Gloria Bendita encajaba y aprovechaba el formato del auditorio de Fibes para jugar con el protagonismo del negro, el contraste de los tonos flúor, la fuerza del rojo o la importancia que tan bien le suelen dar a los tejidos. En conjunto una propuesta quizá más experimental que sus dos colecciones anteriores y donde la puesta en escena invita a hacer una lectura de los trajes.
Con este post finalizamos nuestro repaso diario a la XXVI edición de SIMOF. Desde aquí vuelvo a dar las gracias a Fibes y a Doble Erre en general y a Alfredo Martínez y a María Conde en particular por el gran trabajo y la atención con los compañeros de prensa. ¡El año que viene más y mejor!