Lunes 13 de Abril. Lunes de Pascua. El día después de la Semana Santa. El día en que Sevilla se sacude el ruán y prepara el organdil. El Lunes en que las máquinas de los talleres se encienden para no apagarse, el lunes en que la primavera explota con todo su júbilo más si cabe, el lunes en que decimos adiós a una Fiesta Mayor para poner la cuenta atrás para la siguiente. Eso habría sido este lunes. Pero no en 2020.
Tras casi un mes de confinamiento, de hacerse a la idea y de preguntarse qué pasará, la realidad nos impone enfrentarnos a otro momento para el que a lo mejor nos hemos preparado pero, no por ello, es fácil digerirlo. Somos conscientes de que la crisis es complicada, que ahora mismo lo importante es la salud, encontrar una vacuna para el Coronavirus y afrontar el cambio social que se nos viene, pero tras esa añoranza por una Feria que no llegará, hay una realidad cruda, complicada y dramática. Un «¿Y ahora que hago?» que muchos diseñadores se preguntan porque tienen letras qué pagar, como todos nosotros. Hay empresas que pierden su facturación del año, hay proyectos que se hacen trizas, hay producciones que no verán la luz, hay colecciones que injustamente se quedarán en la pasarela y, sobre todo, hay empresarios, autónomos y economías familiares que están temblando. Y mucho.
¿Es lícito expresar tristeza o pesar porque en este lunes no nos estamos preparando para la Feria? A pesar de lo frívolo que pueda sonar, yo diría que sí: hay más de un sector económico pasando por su momento más crítico y a día de hoy no se sabe si será septiembre o abril de 2021 cuando podamos recuperar e incluso celebrar que todo esto ha pasado. No es tristeza por una fiesta, es tristeza por el innumerable volumen de trabajo que se ha perdido.
Y eso es lo que a mi particularmente me preocupa. Hablo en primera persona, como Cayetano Gómez: me preocupa ver tanto trabajo que no sabemos dónde se quedará y me preocupa que este frenazo económico sea letal. La Feria y las Fiestas Andaluzas han sobrevivido a una guerra civil y a una pobreza casi extrema. Algún día volverán. Pero lo harán con un auténtico cambio social y no sabemos si eso nos traerá de vuelta el trabajo, la profesionalidad, las ganas de emprender y el convencimiento qué teníamos de estar creando una verdadera industria propia de nuestra tierra. Esta idea es prácticamente extrapolable a más de un sector económico o social de nuestro país, pero a cada uno le duele lo suyo, y este es un medio de moda flamenca en el que más que dolernos la moda flamenca, lo que duele es el mal momento que están viviendo quienes la hacen posible, duele que haya tanta gente que no saben qué va a ser de su trabajo.
A todos vosotros y vosotras, a los que me habéis preguntado qué pasará o a los que me habéis confiado vuestra situación actual mucho ánimo y ojalá llegue ese lunes que hoy os han arrebatado.