Estamos a poco más de un mes no solo para cambiar de año, también de decada. 2020 está a punto de aterrizar y con ello las publicaciones de todo tipo empiezan a hacer los recopilatorios habituales a nivel anual, pero también a modo de repaso de toda la década. Y en CayeCruz nos hemos propuesto hacerlo con la moda flamenca. En estos 10 años hemos visto al sector crecer y transformarse de manera completamente radical. La llegada de We Love Flamenco o de Andújar Flamenca, la proliferación de firmas, eventos o medios, la irrupción de instagram, la profesionalización del sector, el aumento de la cuota de diseñadores jóvenes o con formación contrastada cuyo proyectos buscan renovar los volantes por encima de disfrazarlo o el protagonismo cada vez mayor de las flamencas a pie de calle como modo de medir la fuerza o éxito de las tendencias son las ideas que en líneas generales nos deja la década pero, ¿Cuáles son las colecciones que deberíamos recordar sí o sí o que deberían conocer todos los actores principales del sector (esto es: diseñadores y medios de comunicación)?

En CayeCruz nos hemos propuesto dar respuesta con una serie de especiales. A través de 30 colecciones (31 en realidad porque incluimos una de la década anterior) repasamos no solo los nombres que han sido clave o han marcado el devenir de la flamenca, también reseñamos su colección que, por su peso e importancia, tienen un sitio propio en la historia del volante y su legado permanece vigente e intacto. Muchas de estas colecciones, de hecho, podrían seguir desfilando de manera repetida y casi todos sus trajes seguirían viéndose con la misma frescura. Pero al mismo tiempo junto a ese carácter temporal, estas colecciones son el reflejo de un momento, de una tendencia, de una creatividad que se abría paso y luego explotaba en otras ideas o de un gusto o una preferencia que el público abrazó sin poner muchos impedimentos. Estamos, por tanto, ante las colecciones que definen la presente década y las que deberían recordar o saberse de principio a fin quienes pretendan dedicarse a la moda flamenca (como diseñador o como prensa) con una base mínima, contrastada y en contexto del sector en que se mueve. La lista como tal podría completarse, modificarse o variarse ya que hemos tenido muchísimas propuestas y muchísimos diseñadores, pero el objetivo de este especial es resaltar la contribución de una colección más que decidir cuáles han sido las mejores. Ni hacemos de más, ni hacemos de menos, solo hemos pretendido dibujar los perfiles de las flamencas de los 2010.

2010-2013: del sobrevivir a la crisis económica al nacimiento de We Love Flamenco.

Comenzamos nuestro especial por los primeros años de la década que vinieron marcados por una crisis económica bastante acusada y por un SIMOF que, precisamente, no atravesaba su mejor momento. El Salón Internacional de la Moda Flamenca venía de experimentar una fuerte crecida en años anteriores al que también acompañaron las polémicas internas entre diseñadores donde mirar la paja en el ajeno se convirtió en deporte habitual con toda clase de declaraciones que siempre se hacían off the record. Todo ello alimentado con una crisis que obligaba a la constante bajada de precios tras unos años donde nadie miraba la cifra que ponían en las etiquetas y en los que nombres como Vicky Martín Berrocal, Juana Martín, Aurora Gaviño, Curro Durán, Cristo Báñez, Pilar Vera, Sergio Vidal o Cañavate despuntaron e hicieron que la moda flamenca adquiriese el statu quo que merecía en la moda española. Caso aparte fue Se Llama Copla como programa que ayudó a dar una difusión impagable a muchos nombres de la costura regional.

También fue obligada la necesaria reinvención del sector, un proceso que se aceleró con la llegada de We Love Flamenco: la iniciativa de Go! Eventos se estrenó en 2013 de manera muy comedida, pero fue suficiente para abrir una segunda vía para la moda flamenca en Sevilla y con intención real de quedarse. Así fue y a día de hoy ambas pasarelas conviven en el calendario. Por otra parte en aquella época llegamos a las pasarelas los blogs de moda flamenca que empezamos a convivir con la prensa tradicional y a las que años después se les uniría instagram. De esos 4 años destacamos ocho colecciones que solo con ver uno de sus trajes ya sabemos de cuál os estamos hablando ya que todas ellas marcaron en su año y en posteriores temporadas. A ella se une la primera que reseñamos que, si bien era de 2009, nos sirve para entender algunas de las ideas que llegaron después.

Fotos: Jaime Fernández para Wappíssima

0. Aurora Gaviño: Flower Power (2009). Antes de entrar en la década que nos disponemos a repasar, es casi obligado señalar una de las colecciones clave de la primera mitad de la misma. ‘Flower Power’ se estrenó en 2009 pero su legado prevalece no solo en el estilo de Aurora Gaviño, el cuál se pulió y redefinió desde este momento, también en ciertas ideas de firmas clásicas y también en la propia clientela. Aurora invitó a las pijas sevillanas a jugar a hacerse las modernas en términos flamencos tomando como referente la cultura hippye. Y el público lo compró sin rechistar: a partir de la profusión de colores de este desfile los encajes, los volantes de retales o de pañuelo y las ideas, que en general poblaban la colección, se añadieron al imaginario conservador cuando este quería creer que se salía del guion establecido.

Fotos: Jaime Fernández para Wappíssima

1. Pol Núñez: Maestros (2010). El nombre de la colección ya lo decía: un homenaje a los grandes maestros de la moda, a lo que representaron y a lo que suponen para quienes aman la costura o el diseño. Las hermanas Núñez (por entonces aún firmaban de manera conjunta las colecciones de flamenca) se recrearon en Cocó Chanel o Missoni entre otras para darnos una de sus propuestas más aplaudidas y cuyas ideas, en conjunto, se han ido reproduciendo tanto en la identidad actual de la firma como en otras de carácter similar.

Fotos: Jaime Fernández para Wappíssima

2. Pilar Vera: Las Brujas (2011). De lejos, la colección de estilo clásico más completa y que mejor define la presente década. Tanto es así que si estas mismas flamencas hubiesen desfilado tal cual este año de nuevo, no habrían desentonado. Pilar Vera trataba de recreare en las flamencas de tablao, pero el resultado fue por delante del sector en varios aspectos: los estampados florales del comienzo, las faldas de volantitos, las nejas enterizas, los canasteros, el plumeti, la sevillanía clásica bien entendida o la eterna efectividad de un final en negro dejaron una colección que, repetimos, resume como pocas esta década para las flamencas clásicas.

Fotos: Jaime Fernández para Wappíssima

3. Cañavate: Whatever Lola Wants (2011). Su predecesora (‘Dulce y Salado’) fue un homenaje de maestro a maestro donde Cañavate consolidó su estilo, pero esta Lola, como tal, es de lo mejor que ha desfilado en SIMOF en toda su historia. También de lo más influyente: si preguntáramos a algunos diseñadores actualmente muy en activo, lo más seguro es que te mencionen este desfile como clave en la flamenca actual, por no decir que hay trajes que directamente han inspirado o han motivado a que más de uno se ponga a bocetar. No es para menos: solo Cañavate podía ponerles a las flamencas gafas de sol, talle a la cintura a faldas cortas, asimetrías, bordados o tejidos que (por entonces) no se usaban en volantes y que el resultado pusiese a casi todos de acuerdo. Y sí, esta colección también la hubiésemos visto desfilar en 2019 y su vigencia habría quedado intacta.

Fotos: Jaime Fernández para Wappíssima

4. Nuevo Montecarlo: De mil colores (2011). Si usted fue a la Feria varios días entre 2011 y 2015 seguro que se cruzó con algún traje de esta colección o con cualquiera de las miles de copias que salieron. Literalmente, Nuevo Montecarlo inundó la Feria de Abril con todas las ideas de este desfile dejando aquí, de manera simbólica, el momento en que los canasteros, los mantoncillos, los empolvados y los colores bebé monopolizaron las casetas de un módulo o las de Pineda, Círculo Mercantil o Labradores. Básicamente, TODAS las pijas querían un traje de esta colección pero sin duda el más cotizado es ese canastero amarillo que es, por sí solo, uno de los trajes de la década.

5. Vicky Martin Berrocal: Sueño Flamenco (2011). La contribución y la visibilidad que VMB ha dado a la moda flamenca es algo que hoy no permite discusión. Su llegada si lo fue, pero la renovación que ella hizo, el estilo que creó, la idea de espectacularidad en pasarela que mantuvo y las composiciones que daban sus trajes en grupo o en solitario son clave en el imaginario actual de la flamenca. Podríamos habernos quedado con cualquier de sus colecciones, pero ‘Sueño Flamenco’ es la que mejor aúna su trayectoria y la que tiene sus trajes más icónicos, comenzando por ese soberbio grupo de diseños en color maquillaje o siguiendo con su parte de camino. De obligado repaso para entender muchas cosas.

6. Curro Durán: Frontiles de Camino (2012). Repitiendo frases que ya han salido en este post: «Esta colección también la hubiésemos visto desfilar en 2019 y su vigencia habría quedado intacta» o «De obligado repaso para entender muchas cosas«. ¿Qué fallaba? Pues que 2012 no era el año. Curro Durán fue los pocos creativos en una temporada entregada a la fiebre canastera y a una crisis que pasaba su peor momento. A veces el público es injusto e ingrato y muy pocas quisieron casarse con una colección impecable a nivel realización, con un trabajo exquisito, con algunas ideas que fueron varios años por delante y con un mérito brutal ya que antes de empezar SIMOF la mayoría de firmas reconocieron haberse entregado a lo seguro. Hubo quién dijo que se le fue la mano, pero esta colección hoy debería estudiarse como uno de los hitos que contextualizan lo que vino a partir de 2014.

7. Rocío Peralta: Universo de Colores (2013). Lo dije en su momento y lo repetiré mil veces: Rocío Peralta fue una revolucionaria en la moda flamenca. Su llegada a las pasarelas sevillanas supuso un antes y un después para las firmas del sector clásico gracias a un producto más asequible, acorde a su producción pero siendo acompañado igualmente por una etiqueta de marca. Se situó en un término entre las firmas de precios que rozaban las cuatros cifras con las de presupuestos más económicos. El resultado fue un nicho de mercado al que muchas se apuntaron. A ello se une una colección dedicada a Frida Kahlo tan icónica y fotogénica que después tuvimos trenzas, complementos y estilismos de aires mexicanos hasta en la sopa. Además su concepción de unir los trajes atemporales con una puesta en escena más llamativa hizo que muchas diseñadoras vieran que otro tipo de desfile es posible más allá de flores y mantoncillos. Desde el punto de vista del marketing, ‘Universo de colores’ fue toda una jugada maestra. Y desde la idea del moodboard también porque… ¿Cuantas colecciones mexicanas hemos visto ya?

8. Lina: Flamenco (2013). Había una deuda con Lina y había que pagarla ya. La firma madre de la moda flamenca venía en años previos de mantener su filosofía intacta y su perfil sin apenas moverse, pero parecía que el sector no le daba el sitio que merecía ni la relevancia que le correspondía. Su salida de SIMOF 2012 de manera repentina, el desfile en Almonte y su doblete abriendo tanto la primera edición de We Love Flamenco como SIMOF en 2013 con dos colecciones diferentes hicieron que, desde este momento, el nombre de Lina, ahora bajo la dirección de sus hijas, brillase como en sus mejores años. Y este ‘Flamenco’ fue el punto y aparte que la maison necesitaba para reivindicarse con lo mejor de sus flamencas y con ese gusto por equilibrar lo esencial con las tendencias que llenan los volantes.