Hemos visto impresionantes batas de cola cerrando desfiles de flamenca en color negro. Si nos subimos a un tablao, el negro es parte de la iconografía del baile flamenco. Los lunares que más gustan y se venden, principalmente son en color negro. Y aunque la moda flamenca sea siempre sinónimo de alegría, siempre gusta vestir de negro los volantes. Significa carácter, raza, temperamento y elegancia a la par que flamencura. Junto al blanco y al rojo, el negro es uno de los tres colores clave de la paleta cromática del traje regional.

Así es y será, pero ayer el negro no se vistió de flamenca para celebrar o bailar, sino para reivindicar y tomar ese matiz cultural que asociamos al luto. Porque nuestra moda más propia lo está. Obviamente el sector no ha muerto, pero la desgraciada realidad actual nos obliga a no poder pensar en volantes como queremos, no nos deja avanzar, no invita a crear, no tiene sentido sentarse a bocetar nada, porque todas esas ideas tienen un destino incierto y un largo plazo que, quién sabe, adonde nos llevará. No hay ni habrá ferias o romerías de momento, por lo que muchos talleres están parados desde hace meses, pero lo que puede interpretarse como un parón obligado se traduce en una realidad económica y social cuanto menos alarmante: despidos, préstamos que no pueden pagarse, paralizaciones, reinvenciones forzadas y colecciones que, incluso, se han guardado bajo llave para evitar que se les coja manía. Esas colecciones que vimos en pasarela y que, igualmente, aguardan su estreno como también nosotros deseamos volvernos a ir de Feria.

Bajo todas esas premisas, la moda flamenca, en general, se manifestó ayer en Sevilla. Sin protagonismos, sin egos y sin rivalidades, pero con mucha profesionalidad, cuidado en las formas y detalles que se vieron en toda la comitiva que partió de Plaza Nueva y llegó hasta el Palacio de San Telmo. Cuál carrera oficial, la Avenida de la Constitución presenció un desfile en silencio, interrumpido por aplausos, en el que flamencas y diseñadores caminaron con la cabeza alta y con el objetivo de que no se olvide que, detrás de ese sector que tantas alegrías nos ha dado, hay historias y realidades que saben que no pueden trabajar ahora mismo, pero quieren recordar que cuando todo esto pase, nadie se haya quedado atrás. Es lo que pretende la iniciativa LunarOff, movimiento creado por varios diseñadores y al que ayer se sumaron modelos, diseñadores de complementos, las casas de tejidos, empresas afines o proveedoras y representantes de las principales pasarelas: Javier Villa (We Love Flamenco), Raquel Revuelta (SIMOF) o Ana Belén Morillo (Pasarela Flamenca de Jerez) no faltaron a la cita, como tampoco lo hicieron las asociaciones Mof&Art y Qlamenco.

Era necesario y era justo que ayer todo el sector mirase hacia el mismo objetivo, el de no perder todo lo que se ha conseguido en muchos años. A día de hoy, sin vacunas para la Covid19 y sin garantías, el sector está destinado a seguir parado, pero algún día volverá y, cuando eso pueda ser, deberíamos estar todos y para ello es de obligada necesidad sentarse con la administraciones públicas para proteger en la medida de lo posible al sector.

Quién sabe lo que saldrá de esta manifestación celebrada en un mediodía caluroso de finales de octubre de este aciago 2020. Lo que sí sabemos es que, en silencio, hemos hecho porque la voz de la moda flamenca se oiga.

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