Hace cinco años dije de ella que era una revolucionaria en la moda flamenca. A día de hoy no cambiaría esa palabra por más explicaciones que haya tenido que dar sobre semejante afirmación. Rocío Peralta llegó y se posicionó en la moda flamenca justo en el momento adecuado para que su forma de entender nuestro sector, su idea de negocio o su plan de marketing triunfase: trajes clásicos, perfectos para pasear por la Feria de Abril, pensados para un público de corte tradicional y en una gama de precios variadas para adaptarse a diferentes tipos de clientela. Además, subió esos trajes a la pasarela y lo haría de tal manera que te acordarías facilmente del desfile y de la idea. Diría incluso que ese desfile es para la diseñadora el momento de divertirse con la moda, ese día en que te alegras de dedicarte a tu trabajo y quieres presentarlo sin complejos, sin dobles lenguajes y sin la rigidez que, por desgracia, tiene el traje de flamenca como producto (esto es, ir a una Feria o Romería). Y algo de bueno tenía que tener todo esto: después de ella han llegado otras firmas repitiendo un esquema similar al suyo.
Rocío Peralta podría decirse que es diseñadora y empresaria de los volantes al mismo tiempo. Su concepción del traje de flamenca es siempre la de un producto final muy marcado. Tanto es así que rara vez encontraremos en su tienda un traje sin escote o sin mangas, dos características casi indispensables para todos los modelos que encontramos en sus percheros. No desprecia o hace de menos que haya otras ideas, sencillamente se muestra muy consciente de lo que debe ofrecer. Ella misma lo reconoce: su clientela tiene que saber qué va a encontrarse al llegar a la tienda y el estilo que ella misma marca desde hace años es el que ahí sigue. Un estilo que no solo está en el traje, también en el estilismo completo: al mismo tiempo que Rocío le está probando el traje a la clienta ella ya está mirando de reojo el posible mantoncillo, los pendientes o las flores. Nada puede faltar y nada puede dejarse al azar en su flamenca. De hecho, su día a día se podría resumir en una especie de tengo que estar yo: en la compra de materiales, en el trabajo en taller o en la tienda.
Preguntada sobre la moda flamenca actual y sobre lo que vemos en las pasarelas, Rocío tiene palabras de admiración hacia toda la creatividad que se despliega en los desfiles o hacia esos jóvenes que están renovando el diseño aún siendo un concepto que dista bastante de su flamenca. Esa mirada abierta puede deberse a que la moda siempre ha estado presente en su vida (en ningún momento utiliza la muletilla de esos no son trajes de flamenca o similar) y al hecho de ser una más entre el casi centenar de compañeros que acuden anualmente a su cita con las pasarelas. Que sus trajes sigan una línea clásica, no quiere decir que estén carentes de diseño: la propia Rocío reconoce la dificultad de renovarse año tras año cuando intentas mantener un patrón clásico con determinados tejidos. Tan clásico que, en algunas ocasiones, la oigo decir: eso (e.g. los volantes al hombro) me encanta, pero no lo puedo hacer porque no es lo que espera la gente que entra en mi tienda.
Su trabajo en el diseño se basa principalmente en la combinación de cortes hechos por y para la Feria con colores, estampados o lunares que, si bien pueden ser infinitas, deben conferir a cada traje cierto halo de unicidad. Para este 2018 ya ha apostado por pedir una estampación concreta (y exclusiva), una opción cada vez más extendida. Incide mucho en los lunares como el elemento estrella a la hora de diseñar y que mejor le funciona. Lo mismo podemos decir de sus mantoncillos: seguirán siendo bordados y con ese estilo añejo que ya recuperó hace dos años. Los complementos, como ya vemos en sus desfiles, son ese punto de contraste y de salirse del discurso que prueba cada temporada a fusionarse con otras culturas o folclores.
Todo este ir y venir de volantes se produce en una tienda recién reformada, a la que ahora dedicará a flamenca de principio a fin. En ese espacio se encuentran los trajes que acompañan a este reportaje y que ella trata siempre de tener abastecida: como si de una firma de retail se tratase, todas las semanas le llegan trajes nuevos e intenta tener los percheros llenos porque una tienda a rebosar de trajes siempre atraerá a más gente de la calle.
Ahora bien, ¿Se vive de los volantes todo el año? Para Rocío habría que distinguir dos momentos: el periodo de ventas entre diciembre y finales de mayo y el periodo de producción que arranca a finales de verano y que justo ahora llega a su fin. Una planificación anual en la que las Ferias de Sevilla, Jerez, Córdoba o el Rocío son los momentos de mayor vorágine en el trabajo, aunque de todas esas fechas se queda con la Romería más conocida: es el único evento entre volantes en el que está tranquila y sin pensar ese «tengo que» que tanto nos persigue a quienes vivimos con planificación.
Para Rocío Peralta la moda flamenca es igualmente pasión y trabajo, un trabajo que se debe tomar en serio y en el que hay que saber cuál es tu sitio, que producto ofreces, qué clientela te va a comprar o que público potencial te va a seguir. Cuando hablas con ella piensas que la conversación va a girar en torno al folclore, a lo bonito que es crear trajes de flamenca y a anécdotas familiares, sin embargo la sorpresa es que, lo haga o no de manera consciente, siempre sale su faceta de empresaria y su concepción de los volantes como negocio por encima de otros detalles hasta el punto de que, para saber qué traerá en su próximo desfile, habrá que esperar a llegar a la pasarela.
Texto y fotografías: Cayetano Gómez para www.cayecruz.com
Diseños: Rocío Peralta.
Complementos: Mercedes Salazar.
MUAH: Carmen Muñoz.
Modelos: Paloma Oliva y Susana (Sevilla de Moda).