Tras un 2016 que sentó las bases de lo que estaba por llegar, los últimos tres años de la década han sido clave a la hora de terminar de perfilar la definitiva modernización de la moda flamenca como sector: en 2017 We Love Flamenco cumplió cinco años y creó la pasarela Viva by WLF. Al mismo tiempo, SIMOF miraba al futuro cambiando el que ha sido su lugar por antonomasia y pasando al auditorio de Fibes donde el cambio ha costado encuadrarlo para muchos románticos (para los que enamoramos de SIMOF en su sitio inicial en el mismo Fibes) pero finalmente ha hecho que la pasarela crezca, que la zona de stands se amplíe y que el evento tenga hasta 2 espacios más con SIMOF Ego y SIMOF Baila. Este final de década también ha traído consigo una proliferación de pasarelas, de eventos, de diseñadores, de cuentas de instagram, de influencers, de… muchísima gente que se han dado cuenta que la flamenca gusta y se quieren subir al carro. Un momento de casi saturación en el sector que no sabemos cuanto va a durar pero en el que es necesario hacerle a todos los actores la misma pregunta: ¿Qué tienes que ofrecer?
Porque es lícito y legítimo que cada uno quiera dedicarse a lo que desee, pero en el momento actual nos encontramos con diseñadores, perfiles de instagram, pasarelas o concursos de noveles que no tienen entidad, que son clónicas entre sí, que no se diferencian y que son intercambiables. Y si algo nos ha demostrado el marketing es que solo sobreviven quienes saben diferenciarse. Ese punto de diferencia es el que hemos resaltado en este especial en nuestra web que hoy terminamos con 8 colecciones que podrían ser un resumen de hacia donde va la moda flamenca y que son el ejemplo de que, si bien, en 2010 los jóvenes diseñadores veían a la flamenca como una catetada, una convención de costureras (a mí me han visto como un cateto por decir qué me encantaba) o lo opuesto a lo cool/moderno, ahora los volantes son motivo de orgullo, de creatividad, de juventud o de jovialidad y todo ello gracias a unos diseñadores jóvenes y no tan jóvenes cuya producción no le tiene nada que envidiar a lo que se ve en Madrid y Barcelona. Tanto es así que ahora por fin los trajes de novia empiezan a desaparecer de los desfiles (a día de hoy sigo esperando que alguien me razone qué pinta un traje de novia cerrando un desfile de FLAMENCA) o que el público por fin penaliza esas mini colecciones de fiesta que tienen la flamencura de una bielorrusa bailando seguiriyas y que no deben estar en estas pasarelas. La gente quiere moda pero quiere flamenca, con ideas frescas e ideas nuevas. Y esperemos que así siga siendo con estas colecciones y con las que están por llegar:
23 Javier Mojarro: 24K (2017). La fascinación y el mestizaje entre la cultura negra de Estados Unidos con el pueblo gitano y/o andaluz o el flamenco no es nuevo. De ‘Poeta en Nueva York’ de Lorca a Rosario Flores coqueteando con Lenny Kravitz encima de un escenario pasando por algo tan elemental como que las corraleras de Lebrija se cantan siguiendo un tempo de rap. No, Rosalía no ha inventado tanto. Por suerte Javier Mojarro lanzó esta colección en 2017 y el diseñador se dio a sí mismo un particular homenaje al R&B americano de finales de los 90 con una flamenca que lo mismo haría las delicias de Aaliyah y Toni Braxton o de la Martirio de los primeros años. Una fusión perfecta donde todas quisieron ir al Rocío comprando oro con camisetas, transparencias y una inspiración callejera y urbanita que presagiaba el cambio de estilo que se está haciendo patente en la flamenca.
24 Pedro Bejar: Mira mujé (2017). Ahora o nunca. Pedro Bejar sabía que llegaba a su tercer SIMOF consciente de que la idea que él y muchos tenían de su flamenca debía explotar en la pasarela en todo su esplendor. Y mira mujér que así fue. De sus cinco propuestas vistas hasta ahora esta es sin duda la que mejor representa su estilo y su contribución a los volantes. El hermanamiento del costumbrismo setentero con los volúmenes exagerados (que muy pocos manejan como lo hace él), los recuerdos a las folclóricas en los 80 y 90, el poner en su sitio o el elevar el popelín de siempre a tejido cotizado y el uso de blancos, rojos, azules, amarillos o rosas en su tonalidad más básica junto al gusto particular de Bejar por el aguamarina o por los dos piezas de aires desenfadados. Una lección maestra de un amante indiscutible de la moda flamenca.
25 Ventura: Mi refugio (2018). A la pregunta de ¿Dónde están las flamencas de pasarela? era complicado darle respuesta. Por suerte instagram nos ha permitido comprobar que sí, que la Feria de Sevilla es enorme pero que los trajes de pasarela se pasean por ella. Especialmente simbólico fue el caso de Ventura: el que puede que sea el mejor diseñador que ha dado hasta ahora la factoría de nóveles de We Love Flamenco, no solo dio con ‘Mi Refugio’, uno de los mejores resúmenes que hemos visto en pasarela del sentir sevillano (mezclando flamenco, Semana Santa, Feria, azulejos y los colores de la primavera), también llevó la colección prácticamente íntegra a la Feria de Abril. No es lo normal en un diseñador nuevo vender el grueso de tu propuesta para la principal cita de los volantes, pero ahí estuvo instagram, la red social que hoy día marca a la moda flamenca, para dar fe de que casi todos los trajes de ‘Mi Refugio’ se quedaron en Sevilla y en su Feria.
26 José Raposo: West (2018). La alta presencia de diseñadores onubenses en We Love Flamenco ya era un síntoma de que el Camino buscaba su sitio en las pasarelas, pero en SIMOF costaba trabajo encontrarse una colección que se pudiera encuadrar en su totalidad como de romería y que no sonase a Cristo Bañez o a Vicky Martín Berrocal. Hasta la llegada de Raposo: el diseñador sanluqueño fue el último de su generación en incorporarse a la pasarela, siendo ‘West’ una colección que renovaba con mucha pericia flamenca de camino, con un sello propio que aunaba elegancia con patronajes o tejidos propios de la moda urbana y en el que José Raposo demostró que además de buen diseñador es probablemente el mejor estilista que tenemos ahora mismo en moda flamenca.
27 Javier García: Pureza (2018). Hay ideas que para llevarlas a cabo requieren de diversos factores para llevarlas a cabo con un mínimo de éxito y no son otras que experiencia y presupuesto. La idea de llevar la Semana Santa a la moda flamenca es algo que ha perseguido a las pasarelas prácticamente desde su nacimiento, pero lo cierto es que antes de esta década, la mayoría de acercamientos no daban con la tecla, casi siempre por falta de experiencia o de sentido de la moda. El barroquismo de Dolce&Gabbana fue determinante a la hora de inspirar de nuevo el acercamiento siendo tal vez la apuesta de Javier García la más acertada de todas. El diseñador rompió con lo previsible, no vistió a las flamencas de dolorosas, dejó el oro para los complementos o el maquillaje, supo aprovechar los colores de la Sevilla más primaveral, acertó en los bordados y… nos hizo comprobar in situ que el redoble de tambor y las marchas de cornetas y tambores, interpretadas por la banda de Las Tres Caídas, le sientan mucho mejor a los volantes que las de palio. Y para hacer esto sin caer en el despropósito hacen falta la experiencia y el presupuesto con el que García llegaba a su quinto año en SIMOF.
28 José Hidalgo: Gitanos (2019). Cuando en un almacen de tejidos te reconocen que «la de José Hidalgo es la colección de la temporada porque te vienen las modistas y los propios compañeros con fotos de él» está claro que algo se habrá hecho bien. ‘Gitanos’ como tal no es una colección rupturista ni que se abra a nuevas ideas, pero es el exponente más perfecto, más condensado y mejor ejectutado de la flamenca con la que conocimos a José Hidalgo. En sus desfiles fue donde se dio hueco a la ausencia de volumen, a los volantitos, al lunar pequeño más chic, a la elegancia de una flamenca que (no sabemos como) rezuma sevillanía clásica, aire calé y a la vez es moderna. Un lenguaje que Hidalgo ha sabido hacer suyo, en el que es clave el buen gusto personal que le caracteriza, y que en esta colección daba en el clavo con unos trajes que, entre sus patrones y sus colores, tienen una atemporalidad y un perfil de nuevo clásico que, sin duda, van a ser muy revisitados en esta década que entra.
29 Laura de los Santos: La Unión (2019). Llegar a la pasarela con un folio en blanco y… dar la campanada a la primera. Sin efectismos, sin ideas vistas ni aplausos fáciles. Lo de Laura de los Santos tiene un mérito que no se lo puede quitar nadie: la que ha sido su primera colección como profesional (tras ganar los nóveles de We Love Flamenco el año anterior) ha terminado por convertirse en una de las propuestas que dibujan un poco lo que está por llegar, y no es otra cosa que una flamenca que quiere invertir en la moda con unos diseños que no son el traje de flamenca canónico pero que te valen para Feria, para el Rocío o incluso para una boda. Versatilidad pura llevado al folclore con volantes, lunares, vestidos, trajes o pantalones y que demuestra que sí se puede: sí se puede hacer moda flamenca que no sean trajes de flamenca, subirlos a pasarela y que sean capaces de erigirse como protagonistas del desfile. La Unión refleja ese cambio de mentalidad: a nadie le interesa en We Love Flamenco o en SIMOF un traje de novia o la mini colección de fiesta metida con calzador y que en una Feria no pinta nada. Queremos moda flamenca, y lo de Laura de los Santos bien que lo es.
30 Antonio Gutiérrez: Flamenca invader (30). Lo que viene a ser «el arte de no tenerlo miedo a nada». Decíamos que para ciertas ideas hay que tener experiencia y presupuesto. También es necesario a veces tener unos conocimientos contrastados en cultura contemporánea y, sobre todo, no tomarse tan en serio. En un sector donde el buen gusto es poner a María Toledo, Vanesa Martín o a Rosalía versionando a Los Chichos… ¡Pon a Las Bistecs! Porque no hay nada más hortera que el propio miedo a ser hortera, y no hay nada más atrayente en la moda que ser consciente de que lo hortera aporta mucho más. Así es como llegamos a Flamenca Invader, un desfile donde Antonio Gutiérrez exorcizó los miedos de un sector que debería saber reírse de sí mismo como él lo hace y el que nos dejó una lección triple: que afortunadamente hay clientela dispuesta a ponerse tal cuál hasta el look más imprevisible hecho para pasarela, que si el público paga una entrada hay que darle un show a la altura de lo que se paga cuál concierto y que si, debe haber show, pero también se debe ver la moda, y las flamencas invadieron Fibes dejando que los volantes fueran tan protagonistas como el maquillaje en color verde.