¿Habéis visto la película ‘El Show de Truman’? En una de sus secuencias más vitales el personaje de Truman (Jim Carrey) se plantea hasta qué punto la realidad que vive es real y no una farsa. Esa reflexión en voz alta la hace delante de su mujer (Laura Linney), la cual intenta desviarlo de sus pensamientos mientras hace publicidad de uno de los miles de productos que se promocionaban en el reality show. Normal: ella es una actriz que tiene la doble misión de colar todo el product placement que pueda al mismo tiempo que debe cumplir con sus funciones de esposa de un marido que (todavía) ignora el engaño mayúsculo que es su vida.

Sirva este ejemplo de ficción para ilustrar uno de los problemas del mundo influencer en general y de lo sucedido en la pasada Feria de Sevilla en particular: la falta de honestidad. Desde siempre la publicidad ha sido un sector donde se ha intentado que, por mucha fantasía que se venda, al espectador le quede claro que lo que está viendo es ficción y que la realidad obviamente es otra. Es la letra pequeña y la gran mayoría somos conscientes de ella. El caso de los influencers, aún siendo publicidad, recuerda más al del Show de Truman: se les da un guion que tienen que vomitar cual autómatas a golpe de storie vendiendo un producto como si se les fuera la vida en ello, aunque el producto (o servicio) en cuestión no les interese absolutamente para nada en su vida real. Algunos tienen gracia para hacerlo y otros rozan el ridículo. No construyen una verdad, no les importa la coherencia en su personaje ni es tener claro por qué les siguen. Solo lo hacen exclusivamente por negocio, por cobrar y conseguir nuevas colaboraciones, vayan con ellos o no. Para entender mejor este fenómeno os recomiendo la cuenta de instagram de Hazme una foto así.

Esa frontera tan complicada de trazar entre una recomendación real y una ficción publicitaria a través de instagram es lo que ha hecho que en la Feria de Sevilla haya quienes hayamos criticado a influencers por haber dejado en evidencia que han venido solo y exclusivamente buscando likes y seguidores a costa de préstamos y patrocinios. Precisamente es ahí donde los ves con el carrito de los helados: no hay ni verdad, ni honestidad, ni sinceridad. Vienen a la Feria porque es lo que toca, porque esa semana todo lo que tenga volantes y lunares recibe más me gusta, sin conocer la fiesta ni aproximarse a su filosofía y vistiéndose de flamenca con una actitud que, muchas veces, brilla por su ausencia. Que muchas de ellas hayan llegado a comenzar sus post en instagram diciendo que es su primera vez en la Feria con toda la parafernalia montada deja caer la idea que lo hacen por la difusión, no por vivir la fiesta. Otras es que ni se molestan en venir a la Feria en días propios y vienen a hacerse la foto de flamenca en el Real justo antes, no vaya a ser que se vayan a cruzar con una chusma que te mueres seguidores. Eso sí, las fotos publicadas en días claves, ¡Qué más da falsear todo un poco por unos likes de más!

Podrían estar en el Real como podrían ir  a cualquier fiesta, presentación o lo que sea que les dé me gusta. No les importa conocer la Fiesta de Sevilla, solo quieren difusión. A lo mejor sí les importa, pero la sensación palpable se torna artificial e incluso llega a tener tintes de apropiación cultural. Y en medio de todo esto aparece el tema diseñadores, el tema trajes y de nuevo queremos volver a hablar de honestidad: vestirse de flamenca, para cualquiera que desee hacerlo en una feria o romería, representa un proceso que no es rápido ni instantáneo, son ganas, ilusión, esfuerzo e incluso una relación de complicidad que se crea con la firma de la que quieres vestir. Es un momento muy especial, y después de una pandemia, más aún. Lo que han hecho muchas influencers es coger el listado de su agencia o escribir a diestro y siniestro hasta que alguien les ha dicho que sí. La gran mayoría no se han molestado en tener con los diseñadores unos mínimos de relación que vaya más allá de lo comercial. Ahí es donde la sinceridad pincha. Ahí es donde no hay historia ni verdad detrás de esa publicación delante de una caseta.

¿Todas son así? Por suerte no, y de hecho aquí os dejo varios casos de influencers que han sabido llegar a la Feria vestidas de flamenca dando ejemplo de cómo hacerlo. No es nada casual que (casi) todas ellas sean andaluzas:

Macarena Silva con diseños de Anguas Ruiz, Siempre Viva y Rosa Pedroche en la pasada Feria.

Macarena Silva: la sevillana fue vestida por Anguas Ruiz, Siempre Viva y Rosa Pedroche. Que Macarena vaya con diseños de Anguas Ruiz es lo esperado y lo lógico para sus seguidoras: ella mantiene una relación que va mucho más allá de lo comercial con los diseñadores de Pilas (así lo hacen también sus hermanas), siendo imagen cada temporada de sus colecciones, apoyándolos y estableciendo una reciprocidad que ha llevado a Macarena a tener un perfil reconocible dentro de las flamencas de referencia o a que el estilo de ella, a partir de las creaciones de Anguas Ruiz, se vaya canalizando: solo hay que ver los trajes que lució tanto de Siempre Viva como de Rosa Pedroche para saber qué traje de flamenca es el que le gusta llevar a Silva. Y en esa coherencia estilística y en ese apostar por quien también apuesta por tí reside una verdad que es la que deberían tener muchas influencers.

Martina Mera con diseños de Mónica Méndez y Anguas Ruiz

Martina Mera: a la ex modelo la vimos tanto de Anguas Ruiz como de Mónica Méndez, dos firmas con las que igualmente Martina guarda una vinculación que ya viene de varios años, posando como imagen en sus editoriales de colección y, en el caso de Mónica Méndez, desfilando para ella en We Love Flamenco (o mas recientemente en el desfile multitudinario organizado por Go! Eventos el pasado 17 de marzo). Una vez más, la serialidad y la continuidad juegan a su favor: sabemos que Martina si quiere ir de flamenca lleva volúmenes tipo Anguas Ruiz y si quiere ir con moda aflamencada apuesta por Méndez. Además, ¿Qué sentido tiene que quién es imagen de una firma no vaya vestida por la misma en los momentos clave? A veces tener una relación con los diseñadores que supere la frontera de la Feria hace que todas salgan ganando.

Anabel en la pasada Feria de Sevilla. El traje de flamenca es de Toñi Pulido.

Anabel.mua: la primera incursión de la trebujenera en la Feria de Sevilla es especialmente interesante por el cómo lo ha hecho. A Anabel la hemos visto con dos looks, uno de calle y otro de flamenca. Su debut en volantes ha sido realizado por Toñi Pulido, una modista de su pueblo, que apostó por el negro liso en un traje sin mayores misterios pero que servía para encuadrar a la influencer con los volantes. Por otra parte, es obvio que Anabel podría haber tirado de contactos o haber hecho un llamamiento para tener uno o varios trajes, sin embargo ella decidió apostar por un perfil desconocido para casi todos, pero que era de su pueblo (en Trebujena, como en casi todos los pueblos, todo el mundo se conoce) y en su segundo día no fue siquiera de flamenca. No sabemos lo que hará en 2023, pero este 2022 se agradece que su narrativa sea la de una persona que, efectivamente, no conoce la fiesta, quería tener una toma de contacto y lo hizo con un traje que sería lo predecible en ella si eres seguidora de su instagram.

Amor Romeira con diseños de Adelina Infante y José Perea.

Amor Romeira: un último ejemplo interesante es el de la canaria. A Amor le encanta la Feria y le encanta venir a las pasarelas de flamenca. También le encanta vestir con su estilo explosivo todo el año. Fruto de esa combinación sale que en años anteriores la hayamos visto vestida de Javier Mojarro o Rafa Leveque y este 2022 lo haya hecho de José Perea y Adelina Infante. Perea se ha convertido en uno de los colaboradores habituales de Romeira a la hora de crear los looks que ella lleva ya sea para instagram o para participar de colaboradora en Mediaset. Este diseñador, además, parece que quiere dejarse caer por las pasarelas. En el caso de Adelina Infante, basta con recordar el buen hacer de Amor abriendo su desfile para su colección 2020 en SIMOF, siendo la vez que mejor la hemos visto desfilar. Por tanto a las preguntas (que recibí por privado de instagram) de qué me parecían esas transparencias y ese escote lo más que puedo responder es que Amor iba de flamenca siendo coherente con ella misma y con trajes que, como los de cualquier flamenca, hablaban perfectamente del estilo personal de quién las lleva.

Además de estos ejemplos puede haber (y de hecho hay) muchos más, unos más acertados y otros más metidos con calzador en sus colaboraciones, sirva el caso de estas cuatro influencers para ilustrar el cómo acercarse a la Feria llevando un traje de flamenca tal como corresponde: siendo este una extensión de tu propia personalidad.

Por último aclaro que en este post he dejado fuera a todas mis compañeras especializadas en moda flamenca porque la idea de este post era ilustrar lo comentado sobre los trajes de flamenca con un perfil específico y ajeno a quienes dedican sus perfiles en instagram o páginas web a hablar o ilustrar la moda flamenca durante todo el año.