Como venía siendo habitual desde hace unos años, Rocío Peralta se reservó hasta poco antes de su desfiles el desvelar cuál sería la inspiración que marcaría el estilismo y las ideas de su colección. Y esta vez fue con un motivo especial: la diseñadora cumple en 2020 sus diez primeros años en moda flamenca, una década en la que le ha dado tiempo a trazar, perfeccionar y dar entidad sobre la pasarela a una flamenca que ya luce con nombre propio, es fiel a un estilo y tiene en su desfile anual un punto de partida que nunca deja indiferente. Este año, y porque la ocasión lo requería, las flamencas Peralta fueron más gitanas y sevillanas que nunca:

10 años teniéndolo muy claro. Si algo se le puede reseñar a esta década en el sector, es que Rocío Peralta ha sido coherente consigo misma y ha dado muy pocas concesiones en su estilo, manteniendo una flamenca clásica, muy del gusto de la clientela puramente sevillana y que ha sabido crecerse y evolucionar con los años, pero siempre residiendo en una atemporalidad que ha hecho que su firma se incorpore de pleno derecho al plantel de firmas clásicas sevillanas. Esa coherencia se extiende también a sus desfiles, buscando un estilismo y una idea que los identifique y que sepan darle un aire diferente a los volantes de la diseñadora.

El costumbrismo funciona mejor de lo que parece. Cuando nos referimos a que Peralta ha sido siempre coherente con sus desfiles, es porque ella siempre se los ha tomado como un show o un espectáculo donde hay que gustar y entretener a partes iguales. Recordemos que, en parte, ella cambió la dinámica de como presentar en pasarela a una flamenca clásica huyendo de estilismos que no se viniesen arriba al desfilarse.

Pues bien, tanto en ‘Montpensier’ como en este ‘Canela y Fuego’ vemos que la mejor Rocío Peralta es la que estudia y busca en el imaginario del folclore andaluz y lo lleva a su terreno, sabiendo conjugar el toque atemporal de sus trajes con unos estilismos que aprovechan el carácter icónico de la mujer flamenca más gitana, creando una imagen nueva que da un buen resultado y no suena a ya visto, sino que sabe venderse como algo diferente aún sabiendo de donde procede. Por eso el costumbrismo funciona, porque tiene muchos hilos de donde tirar y de los que sacar inspiraciones para renovarse sobre la pasarela sin caer en lo obvio.

Tanto monta, monta tanto. El traje como el mantoncillo. En una moda flamenca llena de desfiles donde se incluyen con calzador trajes de fiesta, de novias y otras salidas que poco tienen que ver con los volantes porque «quiero que la gente vea que también hago estas cosas, no solo flamenca«… absolutamente nada se le puede achacar al protagonismo que adquieren los mantoncillos en los desfiles de Rocío Peralta, porque esta pieza también forma parte importante de su firma y, desde hace unos años, se ha convertido en la favorita de muchas las flamencas que no entienden su traje sin mantoncillo, destacando en este año los bordados en negros con aplicaciones y pequeñas piezas de pedrería. Por tanto, si es parte de la moda flamenca y hay público esperando a ver qué saca ¿Por qué no darle su sitio en los desfiles?

Elogio de lo nuestro. En líneas generales ‘Canela y Fuego’ es un retrato donde los talles altos y la ausencia de vuelo o los trajes blancos recuerdan a las cigarreras sevillanas, en la que el rojo sobre cuerpos entallados marca la pasionalidad de lo taurino, el estampado floral es deudor de la primavera sevillana o la amplia presencia de lunares recuerdan a esa moda flamenca más agitanada. En sí, es una propuesta que recoge las influencias de Rocío Peralta. No repasa su carrera, pero si denota un agradecimiento por parte de la diseñadora mostrando aquellas facetas de su trabajo con las que se siente más cómoda a la hora de crear.

Nuestra selección: el traje blanco con mantoncillo coral, el conjunto con la falda de luces (es un capote, si, pero como falda también es un sí) y el traje negro con topitos en blanco y rojo.

Puedes seguir a la diseñadora por instagram.

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