Inicio de la temporada 2019. Evento muy especial. Para la ocasión se habían reunido un nutrido grupo de diseñadores, modelos, prensa, blogueros y personal de la empresa que organizaba. Todo iba bien hasta que quién tenía que presentar dijo algo así como que «a la Feria hay que ir como se ha ido siempre«. Rápidamente se oyó un murmullo espontaneo entre el público congregado que, sinceramente, costó trabajo disimular. Probablemente esta frase, que iba bien intencionada y sin ánimo alguno de generar polémica por parte de alguien que sí conoce el sector, en otro lugar y ante otro auditorio habría sido bien recibida, pero esta vez no fue el caso, poniendo de manifiesto una brecha o una realidad que existe y a la que algunos se resisten en la moda flamenca.

Cualquiera que, de verdad, esté dentro del sector, sea una figura cercana al mismo o sencillamente participe de manera activa como espectador, sabe a que me refiero: el discurso de que la moda flamenca es moda que va directa de la pasarela a una Feria o Romería ya está aceptado, ya es una realidad que permite aplicar creatividad o tendencia a traje regional sin desvirtuarlo o faltarle el respeto. Todos los que estamos dentro sabemos bien de lo que hablamos y nos entendemos porque así lo hemos aprendido en los últimos años. Gracias a ello hay una riqueza de expresiones o de ideas en forma de volantes que ya no son un caso aislado, ahora se han convertido en parte de una norma. Y todo esto lo reconoce el sector en su conjunto: desde los diseñadores considerados como más arriesgados hasta las firmas que trabajan por y para la flamenca de canastero y mantoncillo, pasando por quienes organizan las pasarelas y reconocen el atractivo de esa variedad y la necesidad de contar con nombres que atraigan a todos los públicos (flamencos): todos aprendemos de todos y somos conscientes de que «a la Feria hay que ir como a cada flamenca realmente le apetezca» generando una convivencia de estilos que, está demostrado, hace que muy pocas opciones desentonen.

Ahora bien si cualquiera de los actores que nos movemos en la flamenca nos cruzamos con alguien que no conoce el sector, que si acaso le suena un poco o que sus referencias en el mismo están limitadas, lo más seguro que es que te diga que «eso no son trajes de flamenca«, repitiendo luego una serie de frases ya conocidas en la que todo se reduce a una visión estática en la que el traje regional no puede salirse de lo clásico y en la que cualquier dato o razonamiento que le expliquemos le va a dar igual. A nivel personal puedo deciros que incluso me lo han llegado a decir con verdadera soberbia, llegando incluso a la burla o a la falta de respeto. Todo sea porque la flamenca «sea como siempre ha sido«. Y punto.

Y aquí es donde hay que ponerse serio, porque a toda esa gente que defiende a ultranza el clasicisimo sin concesiones podríamos directamente ignorarlas o simplemente habría que preguntarles: ¿Desde cuándo no vas a un desfiles?, ¿Desde cuándo no te pones a ver las galerías de fotos de las principales pasarelas?, ¿Desde cuándo no te vistes?

Lo más seguro es que ni lo uno ni lo otro, pero no deja de sorprender como personas que no sabrían ni decirte el nombre de cinco diseñadores (que no sean Vicky Martín Berrocal) intenten hacerte ver casi con argumento de autoridad o de categoría que la flamenca tiene que ser una estampa estática e idílica que no se mueve ni tampoco evoluciona, que lo que hay en pasarela deba quedarse ahí y que nos la estamos cargando. No es nada nuevo, pues es otro ejemplo más del hablar sin saber, del verter opiniones casi sin sustancia ni fundamento y el hacerlo además de manera ruidosa, a veces despota, y casi nunca de manera constructiva. El patio de vecinos reconvertido en red social en el que no importan los argumentos de quienes sí participamos en cualquier tema porque los demás chillan más alto.

Así que si la respuesta a la pregunta que titula este post es «hace mucho» o «yo es que no suelo ir», le invitaría a que fuera a uno para que compruebe que no solo en las tardes de domingo en We Love Flamenco o en los viernes de SIMOF hay moda, también le haría ver que nombres como Pol Núñez, Rocío Peralta, Lina, Rocío Olmedo, Pilar Vera, El Ajolí o Luisa Pérez (solo por citar algunos ejemplos) a lo mejor no comparten los estilos que están surgiendo, pero sí son bastante conscientes de que la moda nos está dando una oportunidad de enriquecer el discurso y el patrimonio de la flamenca que nadie quiere desperdiciar y que en un mismo desfile conviven el diseño que se pondrá la pija lacia que todos los años se compra el mismo vestido con el traje de su prima la moderna que, al final, es a la que todos mirarán en la caseta. Algunos para admirarla, otros para criticarla.