Ayer me pasaban un pantallazo de algo que ya he visto de una u otra forma: alguien que se publicita por redes sociales utilizando imágenes de diseñadores de We Love Flamenco o de SIMOF y diciendo que «vende» esos trajes por 50 euros. 50 euros la hechura, claro. Detalles como esos son los que hacen que a día de hoy esta web a ojos de algunas siga pareciendo una tienda online, aunque eso ya lo hemos hablado.

El tema es otro: ¿De verdad a alguien le compensa vender su trabajo manual de costurera/modista por 50 euros?, ¿La hechura de un traje de flamenca, por muy básico que sea, vale 50 euros?, ¿Tan desesperado hay que estar? Vaya por delante que cada uno puede hacer con su vida lo que quiera, y que cada uno valora su trabajo y su tiempo como le venga en gana, pero realmente hay un todo vale en moda flamenca que va a acabar por ahogarnos, y los precios son unos de esos factores que no ayudan a achicar el agua. Y como estamos hablando de dinero (no olvidemos que esto es un mercado en el que se producen y venden trajes), voy a explicarlo todo de una manera menos literaria y más esquemática:

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Consolación Ayala en We Love Flamenco 2017

  • La moda flamenca es un mercado de artículos de lujo. El precio medio de un traje es 700 euros, osea, un capricho que no puede darse cualquiera todos los años. Y hablamos de los trajes de firmas o de diseñador que venden exclusividad, artesanía, atención personalizada y servicios anexos que, desde luego, no se pagan con 50 euros de hechura. Lo bueno y lo bonito NUNCA es barato.
  • En el mercado de la flamenca existe una colusión implícita o un pacto de precios no escrito. Cualquier que lleve algo de tiempo en el negocio sabe que una costura decente cuesta entre 150 y 300 euros. Si a ello le sumamos la posible compra de unos patrones (o las horas de trabajo de patronista) y las horas de atención al cliente que son las citas entre diseñador-clienta, el precio del traje sube solo por todos estos extra que hay que pasar para obtener ese plus de exclusividad.
  • Las marcas baratas lo son porque su proceso de producción está adaptado al de la moda low-cost: muchos de los trajes no se producen en España, son empresas que emplean las llamadas economías de escala y tienen un proceso productivo que va años por delante que el de los diseñadores o pequeñas empresas que son la parte gruesa del sector. Si esos trajes valen 300 euros (precio final) es porque la producción, para empezar, no sigue el mismo proceso que los demás.
  • Un traje de flamenca no vale 1000 euros por capricho de un diseñador. «No veas como se cuelan con los precios«, «Uhhh, que pasote lo que vale ese traje«… Y así, mil excusas. A ver señores y señoras, lo voy a decir en cristiano: los diseñadores de moda flamenca no son una panda de pijos montados en el taco que hacen esto por aburrimiento. No: son personas que han decidido dedicarse a la moda porque les apasiona y para ello asumen mil riesgos. Ha habido casos en el que el dinero de una familia ha podido irse en una sola colección. Estamos hablando de personas normales, clase media, autónomos y trabajadores que se han entrampado en esta profesión porque es lo que quieren hacer. Si ese traje vale mil euros es porque estamos ante un producto estacional, porque hay horas de trabajo detrás de él que se deben pagar y porque de los likes en instagram no se come.
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Cristina García en SIMOF 2017

  • Nadie da duros por pesetas. Volvamos al comienzo del post: 50 euros por hacerte una copia de un traje de Ernesto Sillero. O de Cristina García. El resultado final será un poco cuando lo pides por Aliexpress, cuando te llega a casa. Vender una hechura por 50 euros es no valorar en ningún momento tu trabajo ni el trabajo de costurera. Es más, hace 3 años vi como a un diseñador le salió la típica cuñada que le decía que en su pueblo copiaban los trajes suyos por 300 euros. Claro que si cambiamos el saten por popelin de un euro, el tul por plástico organdil, ignoramos que ese volante lleva entretela o enaguas y prescindimos de ciertos detalles… pues si, claro que son 300 euros. Otra cosa es que, claro, no te quede igual que ese traje que viste en SIMOF.
  • Si te han dado gato por liebre… recuerda (de nuevo): nadie da duros por pesetas. También hay quien ha sucumbido al «me copian el traje por 300 euros» y luego en la Feria va echando pestes de la modista. Me he encontrado el caso de una chica que me dijo, el mismo día que estrenaba traje, lo descontenta que estaba. No me extrañaba: el escote mal puesto, el cordoncillo ya estaba vencido y los volantes tenían más pellizcos que los mofletes de un niño de dos años. Otras veces, la sorpresa que viene con ese precio bajo la descubres una vez que lavas el traje… y descubres la calidad de tejidos y materiales empleados.
  • Harina de otro costal es el empeño que tiene la gente en copiar precisamente lo más complicado de las colecciones. Ha habido mangas de ciertas colecciones que han necesitado de dos días enteros solo para sacar el patrón (ya no hablemos de montarlas). ¿En serio crees que por 100 euros te hacen el traje entero e igual?
  • La moda como tal funciona para que tu te encapriches de lo nuevo y más novedoso. El origen de la copia muchas veces está en querer tener aquello más vistoso que ha desfilado en pasarela… Os daré un consejo: si os gusta ese diseñador de verdad, preguntadle si les queda algo de anteriores temporadas (seguro que algo tiene): te llevas algo suyo y a un precio bastante más asequible… ¡Ya habrá tiempo de darse un capricho!
  • Si vendes barato, la gente te buscará porque vendes barato. Hay modistas y costureras que lo son por necesidad, porque es la única forma de que entre dinero en su casa. Con la crisis económica hay quien se ha metido a coser y ha decidido reventar los precios solo para asegurarse el pago de la factura de la luz o de la hipoteca. Es completamente lícito que cada uno se busque como quiera y pueda las habichuelas, pero esto tiene dos consecuencias: la primera es que destroza el mercado y afecta directamente a tiendas y diseñadores que a ver como explican que ellos, además de vender, también tienen obligaciones y pagos que asumir. Al final, hay quien prefiere pagar 200 euros por un «intento de». La segunda consecuencia es que, si este año vendes por 50, el año que viene muy pocas te comprarán por 150 euros. El público que busca precio (muy) bajo quiere precio bajo e incluso está dispuesto a renunciar a la calidad a cambio de pagar menos.
  • Las modistas y costureras buenas, de verdad, no están en facebook, valoran su trabajo y cobran bien por ponerse ante la máquina de coser. Que no os engañen: pagar 50 euros por un trabajo de costurera aplicado a un traje de flamenca es jugársela pero bien. Además, hoy en día las costureras con años de experiencia y que saben que tienen buena costura no tiran los precios por los suelos. No lo necesitan. Su clientela es equivalente a la que tienen los diseñadores: gente que acuden a ellas porque su trabajo les genera confianza o porque les gusta como cose o el toque que le da a flamenca. Además, muchas de ellas combinan su trabajo con clientas propias con el apoyo o trabajo para diseñadores o firmas. Por eso, es muy raro que las veáis haciendo publicidad, ofertas o promociones en redes sociales: suelen tener tanto trabajo que no lo necesitan. Pensadlo vosotras mismas: ¿Las modistas de vuestro pueblo con más fama están en facebook subiendo fotos de SIMOF o We Love Flamenco y diciendo que te hacen el traje igual?

Así que, en resumen y como me dijo un profesor en la carrera de marketing, recuerden: si es bueno y bonito, no es barato. Si es barato y bueno puede que no sea bonito. Y si es barato y bonito… casi seguro que no es bueno. Y quien a día de hoy se crea que la moda flamenca de pasarela se puede vender a precios irrisorios es que definitivamente no se entera del sitio donde se encuentra…

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Juan Boleco en We Love Flamenco 2017