Si hemos hablado de cómo el viernes de SIMOF ha dibujado en diez años una trayectoria ascendente y exquisita que ha terminado por convertirlo en el día por excelencia de esta pasarela, podemos decir que el sábado está viendo la luz tras años más que discretos. No lo vamos a negar: tras los atracones de frescura, novedad y juventud que suponían jueves y viernes, el sábado de SIMOF ha pasado varias ediciones como una jornada demasiado plana (y que costaba trabajo afrontar, también en backstage), donde las flamencas clásicas palidecían ante el arsenal de novedades de jornadas precedentes (incluso el desfile de Andrew Pocrid en la mañana sabatina parecía una extensión del viernes). En pocas palabras: un bajón.

La pandemia y el cambio generacional llegaron en su rescate. O abrieron un foco de luz: la incorporación de nombres como Pablo Lanzarote, Rosa Pedroche, Leticia Lorenzo, Agus Dorado, Sergy&Tapiju y el resto de firmas que buscan una flamenca que sea a la vez pasarela y moda de feria han remontado y hecho que el tercer día de SIMOF no sea de resaca, sino de continuar al pie del cañón e invitando a querer seguir conociendo las propuestas de la temporada. Y así lo vimos en este 2024:

Pablo Lanzarote, ‘Arraigo’. A la tercera fue la vencida. La llegada de Pablo Lanzarote a SIMOF, a pesar de su más que sobrada experiencia en moda, había dejado en las dos temporadas anteriores la sensación de que no terminaba de encontrarse con la pasarela, y ha sido en una propuesta decididamente clásica y folclórica la que le ha dado su sitio. ‘Arraigo’ tiene mucho de ese Lanzarote que viste a una mujer que quiere destacar, que no pasa desapercibida, pero también nos ilustra con claridad cuál es su flamenca a través de los colores clásicos (rojo, negro y blanco con el azul pidiendo paso), cuerpos entallados, escotes protagonistas y estampados que marcan el punto diferenciador.

Alonso Cozar, ‘Mi corazón’. De todos los homenajes posibles a Cristo Bañez por parte de sus paisanos (y/o amigos) sobre la pasarela, había uno que iba a ir más allá del recuerdo hasta hacerlo casi el motor del desfile. Por edad y por trayectoria, Alonso Cozar había compartido bastante con Cristo y eso fue lo que vimos: de amigo a amigo, de almonteño a almonteño, una elegía en clave de volantes, iniciada en blancos y negros con las modelos guardando respeto sobre la pasarela y pasando luego a la explosión de colores, de volantes y de lunares de unas rocieras que dibujaban el camino hacia la Aldea. Primavera de sabor clásico, de corales, verdes y flores, talles altos, vuelo de faldas, de estampa típica y de unos diseños que parecen decirnos que, pase lo que pase, siempre nos encontraremos en el Camino.

Yolanda Rivas y MM Garrido, ‘Cokitos’. Colores apastelados, encajes, rosas, celestes y lunares estampados de acuarelas. No es una colección post maternidad pero la premisa es igualmente familiar: Yolanda ha puesto volantes al amor hacia sus ‘Cokitos’ (sus nietos) en una muestra arquetípica en moda flamenca, haciendo compatible la elegancia de la mujer adulta con las reminiscencias a la niñez. Todo ello con enaguas y mangas generosas, volantes que se van dibujando en los cuerpos y los tejidos brillantes ocupando casi todo el desfile.

Juan Manolo, ‘Fotogramas’. Inspirado por la segunda etapa del cine clásico (esto es, finales de los 50 y los años 60), Juan Manolo tiene a las grandes divas europeas de la época como guías de una colección que habría vestido a la Brigitte Bardot que vino a la Feria de Abril. Una propuesta en la que el diseñador continua su línea de abrirse a varios estilos de flamenca en un mismo desfile pero en la que tres ideas sobresalen y marcan lo mejor de su producción para 2024: cuadros de vichy en negro, lazos y los trajes sin mangas como una opción más que valida para ser la más elegante.

Rosa Pedroche, ‘Andalusí’. Los colores propios de la fusión cultural que ha forjado el patrimonio andaluz fueron los que dieron forma a la nueva flamenca de los hermanos Pedroche. Con la recuperación del naranja y tonos tierra (dos elementos que en esta firma suelen funcionar bien), la vistosidad del turquesa, la permanente elegancia del negro, el estampado maxi de rosas (un must ya en este pase) o los volantes que ganaban en volumen, el desfile fue una sucesión de flamencas que se destacan por una apariencia donde la carta de presentación es ella misma de pies a cabeza.

Sergy&Tapiju, ‘SEX’. Si sabes que vas a armar escándalo… al menos que el escándalo vaya bien armado. Aunque pensándolo bien, poco o nada tiene de escandaloso un desfile de trajes de flamenca con transparencias, encajes o aberturas en medio de una sociedad tan hipersexualizada como la actual. El dúo de diseñadores cordobeses puso a Rihanna, Kim Petras o Beyoncé, creó cuatro grupos diferentes en rosa, rojo, blanco y negro, relacionando cada uno con un fetiche sexual, y el resultado final estaba tan bien hecho (costura impecable, incluida la corsetería) que solo nos queda decir: así, sí.

Leticia Lorenzo, ‘Broceliande‘. A medio camino entre lo natural y lo onírico, Broceliande es el bosque francés que titula la colorida propuesta de Leticia Lorenzo. Partiendo del rosa y repasando la paleta propia de la flora silvestre, el desfile nos fue llevando por una flamenca de corales, blancos y lunares que van apareciendo de manera desigual en los trajes, faldas que se abren en un volante con el organdil en color que haga contraste y un conjunto que, en apariencia, no se aleja de lo que esperas encontrarte luego entre las flamencas de calle.

Carmen Latorre, ‘Piel de ángel’. ‘Hilo invisible’ fue una colección que nos dejó con una duda: ¿Se abría un nuevo camino en Carmen Latorre o fue solo un experimento post-pandemia? Dos años después tenemos la respuesta: la diseñadora mairenera ha buscado rejuvenecer su flamenca, siguiendo tendencias, ampliando volúmenes y buscando la inspiración en ideas concretas. En 2024 nos ha llevado a una suerte de tienda de lencería propia del siglo pasado, con rasos, plumetti, encajes y colores asimilados a la ropa interior que ahora se vuelve exterior y viste a una flamenca sensual, de volantes voluptuosos o de escotes realizados a partir de patrones de corsetería.

Conso Delgado, ‘Delirio’. Debutante en solitario pero no en la flamenca ni tampoco en la pasarela. Conso Delgado llegaba como nombre propio a SIMOF con la expectativa-incógnita de lo que podría hacer o presentar y se plasmó en una propuesta que repite uno de los fallos que precisamente suelen tener los debutantes: la de querer picar en varias cosas y que al final haya unos trajes que destaquen muy por encima de los demás. ‘Delirio’ si deja ver por donde quiere ir la diseñadora (feminidad, aplicaciones en dorado y flamencas con carácter) pero ese camino hasta definirse (insisto, como le ha pasado a mucha gente) aún tiene peajes por recorrer.

Atelier Rima, ‘Armonía’. Diez años para recrear un estilo único. Rima Poceviciene fue uno de los muchos fichajes del 20 aniversario de SIMOF allá en 2014 y, desde entonces, hemos visto como su estilo se ha mantenido (y adaptado) a pesar de tendencias y novedades. Hasta el punto de que si no te gusta su estilo, va a ser raro que alguna vez te entusiasme. A Rima le gusta el modernismo, se inspira en el colorido del folclore europeo y en las fiestas tradicionales que celebran la llegada de las flores y de la primavera en los paises del Este y lo lleva justo hacia su otra tierra: Almonte. Una visión costumbrista que, lógicamente, era lo que traía esta armonía: lunares salpicados, estampados florales, faldas de talle alto, colores tostados, tejidos clásicos y unos acabados que resaltan el gusto de Rima por la artesanía.

Sonibel, ‘Esencia Natural’. Si hiciéramos un top 10 de palabras usadas en nombres de colección ‘Esencia’ estaría en ese ranking. Ahora bien, es justo reconocer que en el caso de Sonia e Isabel la denominación responde a una realidad: su colección de esta temporada recupera al Sonibel de siempre, a su flamenca esencial. Esa de trajes monocolor, volantitos recorriendo las faldas, talles a la cadera y muchas tiras en color beige rematando las costuras, o bien creando formas en los cuerpos. Un desfile que nos llevó años atrás, que acertó en el uso de colores identificados con la naturaleza y que parecía traer al presente el perfil que esta firma ha dado en la flamenca.

Pilar Rubio, ‘A mí manera’. El último de los aniversarios de la presente edición de SIMOF cumplió con todos los protocolos de su mentora, de una Pilar Rubio que ha logrado que un desfile de flamenca sea realmente su espectáculo, el espectáculo de Pilar Rubio. Una cita muy reconocible que cumple, casi como un ritual, con lo que se espera de ella. Y ahí estaba todo: las flamencas de romería abriendo el desfile, los estampados florales añadiendo colorido al pase, el sentir más gitano filtrado por negros y blancos y un final en rojo (con prólogo musical de Alicia Gil) hecho para brindar por esta década de volantes y pasarela. Por supuesto también hubo confeti dorado, el final casi obligado para una celebración que no dejaba dudas: a mi manera y pa mi gente.