Cantillana es uno de esos pueblos que irremediablemente se nos viene a la cabeza cuando pensamos en el folclore andaluz más genuino. La localidad ribereña es conocida por sus Glorias cuya devoción alcanza casi toda la comunidad y que vive entre agosto y septiembre su máximo apogeo. Pero Cantillana también es conocida por ser uno de los puntos clave para la artesanía, el bordado o el flecado de mantones. Es habitual escuchar a una diseñadora de flamenca decir «esto me lo han hecho en Cantillana» refiriéndose a las aplicaciones o a los flecos que acompañan a sus diseños.
Uno de los talleres que ha ido alternando este oficio con el de la costura de trajes de flamenca es el de Mercedes Bernal que, junto al empuje y trabajo de su hija Mercedes Domínguez, se lanzó con su propia firma ya bajo el nombre de Mercedes Dobenal. Ese salto profesional supuso también la manera de darle identidad a una flamenca de estilo propio muy marcado en el que el apelativo «de pueblo» se crece y se lleva con orgullo. De hecho, casi todos los volantes con el sello Dobenal recuerdan a esa flamenca que nos encontramos por los centros históricos nuestros pueblos cuando se celebran las fiestas mayores, o cuando el mismo se va de romería. Una dualidad que siempre acompaña a los volantes y que Mercedes reinterpreta a su manera.
Pero si hay algo con lo que Mercedes disfruta es con sus conocidas batas: bajo la aparente sencillez de su patrón, se esconde una estudiada búsqueda de detalles y de formas nuevas que nunca pierden el aire rural o campestre y en el que nada aparece por casualidad. «Mis batas no son batas corrientes«, así lo dice una diseñadora que le encanta trabajar una de las piezas de la moda flamenca que, frente al traje de volantes de capa o al canastero, siempre aparece en un segundo plano. No ocurre así en su desfile, de hecho casi siempre es el que se recomienda si alguna flamenca busca encontrar diseños para romerías que sepan aunar lo tradicional con el diseño.
Hablando de desfile, para este 2018 Mercedes ha decidido dedicarlo por entero a sus flamencas, a esas mujeres que visitan su taller porque quieren lucir sus volantes, a esas amigas, clientas y familia que la visitan año tras año para llevar un traje de flamenca con sello Dobenal. «Mis trajes están hechos para lucirse en las fiestas, siempre intento hacer algo para pasarela, pero mi inspiración y mi mente siempre está en esa clienta que espera encontrar su traje en el desfile«. Esas son las palabras que resumen el trabajo que, mano a mano, llevan madre e hija. Como anécdota cabe destacar que no siempre están de acuerdo en todos los diseños, pero al final el trabajo conjunto sale adelante y un año más lo veremos en su desfile en We Love Flamenco. Un desfile cuya dedicatoria ya va en el nombre: ‘A mis flamencas‘.