Cada cosa en su sitio y cada sitio en su cosa. La segunda tarde de We Love Flamenco incorporaba dos nombres respecto a 2023 y firmaba otra jornada de flamencas reconocibles, diseñadores que están con las ideas fieles a su esencia y una pasarela que quiere impresionar a la vez que vender. Lo que sí, aún faltando una semana entera de desfiles, vamos a sacar unas primeras notas de lo que está siendo 2024:

  • Colores: el azul klein se quiere vestir de flamenca. No es un color facil para la venta pero su presencia está en casi todos los desfiles. A ellos se suman diferentes tonalidades de marrón, tierra o café, y no solo en patrones para romería.
  • No sin mi mantoncillo: instagram manda y la pasarela asiente. En Cantillana están muy contentas con esto.
  • Más lunar, más lisos, menos estampado. Casualidad o no, de momento no se está prodigando mucho el diseño gráfico más allá de las infinitas formas del tamaño de los lunares.
  • Ojo al dato: el cuello perkins. Ese corte que queda a medio camino entre el cuello a la caja y el cuello mao ha aparecido en algunos trajes y se ha revelado como muy interesante en flamenca.

A la espera de seguir tomando apuntes, esto fue lo que dio la tarde del domingo colección a colección:

Ernesto Sillero, ‘Mari Pepa’. Si repasamos la trayectoria de Ernesto Sillero observaremos que, después de una colección donde el lebrijano había ido a por todas (‘Tanuca’, ‘Judas’ y ‘Suerte 1984’), la propuesta que le seguía mostraba una versión más relajada de su flamenca: ‘South’, ‘Bamboleo’ y ahora ‘Mari Pepa’ vinieron respectivamente después de las 3 anteriores. Una visión más comedida que ayer se vestía de negros, blancos o azules, con pequeños lunaritos, estilo flamenco y que traía como novedad algunas propuestas de camino con estampados en tonalidad marrón. Flamenca más comercial y sin los brillos opulentos de su predecesora que, a lo mejor, es lo que Sillero ha buscado esta vez en su regreso a Sevilla.

Luisa Pérez, ‘La Esencia’. Siguiendo la línea en la que están las pasarelas de hacer bien lo que te funciona, Luisa puso en sus volantes su esencia en sentido primigenio y con un cierto guiño a la flamenca que se llevaba en sus inicios, en los primeros 2000: cuerpos entallados, fondos blancos con pocos lunares y dispersos, presencia de azules, crespones y tejidos caídos o talles a medio muslo con los volantes puestos en la falda con asimetrías y cierto desorden. Que algunas modelos salieran con collares, los pendientes fueran hechos con cuentas o los mantoncillos (en algunos) de la misma tela del traje, nos dirigía aún más hacia comienzos de siglo. Y por el camino vimos a una diseñadora que se siente cómoda en su clasicismo.

Carmen Acedo, ‘Carmen de España’. Ya que de Cármenes iba la cosa vamos a distinguir entre diseñadora y folclórica. Si vemos los trajes de la colección como tal, estamos ante una colección exquisita de lo que es Carmen Acedo: un trabajo de canasteros elaborados al detalle, con mimo, elegancia y una querencia por los tejidos clásicos muy bien ejecutada o una elección de colores (beige, celeste, rojo, azul o negro) que resume los gustos de la trianera. Una visión muy genuina (todos los trajes eran canasteros o de volantitos) que se distanciaba precisamente de la otra Carmen, porque si bien escuchábamos canciones de Carmen Sevilla, faltó un poco de ese volante de capa o de largo midi más propio de flamenca ye-ye. De lo que hay duda es que Carmen Acedo reivindica bien su estilo (y ayer cumplía 10 años en We Love Flamenco) cuando le da al canastero el sitio que merece.

Pedro Bejar, ‘Vulnerable’. Su desfile del año pasado lo dejaba claro: Pedro Bejar había elegido volver a las pasarelas en We Love Flamenco porque quería aprovechar el ambiente del Salón Real del Alfonso XIII para poner en contexto sus ideas. Y cómo le sientan: es un espacio íntimo el que su flamenca se engrandece y va a más. Una subida constante que parte del blanco y sigue navegando en colores lisos como champagne, rojos, turquesas o morados que se van sucediendo a través de volantes maxi, cuellos a la caja, cuerpos entallados y bordados de mantón Trajes donde hay cierto halo de que el cuerpo se fusiona con el patrón (guiño a la corsetería incluido) en el que diseñador recupera la rotundidad en pasarelas de colecciones como ‘Mira mujé’.

José Manuel Valencia, ‘Señorío’. Ni Carmen ni María: Doña Juana Reina. En un año de posibles homenajes folclóricos, José Manuel Valencia quiso dejarse llevar por el extenso legado del mayor estandarte de la Copla en Sevilla. Juanita Reina cantaba y Valencia ponía sus volantes, generosos en volumen, con toques añejos, tejidos de toda la vida (qué buena elección de lunares), algunos patrones de mangas vistosas o escotes que renovaban el repertorio del diseñador. Un diálogo entre lo clásico y lo nuevo en el que el de Rociana aúna el folclorismo cañí con una flamenca que no quiere pasar desapercibida.

Ismael Domínguez, ‘Sevilla’. Una de las grandes incógnitas de esta edición se reveló muy rápido en pasarela. Quienes ya conocieran la dilatada trayectoria del sanluqueño sabrían que Ismael traería una propuesta, a nivel técnico muy bien preparada. Faltaba por ver de qué manera, y ese comienzo de blancos, amarillos y corales dejaba clara sus intenciones: no viene a pasar desapercibido. Una declaración de intenciones elegante, refinada, con una buena elección de tejidos, estampados bien llevados a la flamenca y un protagonismo del corte a la cintura, de la mini-carrucha o la recuperación del croché que dejaron buen sabor de boca. Eso sí, a pesar de las buenas sensaciones, se notó cierta falta de rodaje en pasarela, pues el desfile empezó muy arriba y hubo momentos que no llegaron a tanto, por lo que, intuimos, la colección con la que Domínguez explotará en pasarela llegará en uno o dos años.