La trayectoria de José Joaquín Gil ha sido probablemente una de las más complicadas de gestionar en las temporadas recientes. O tal vez no: al almonteño el viento siempre le ha soplado de frente y las ventas le han acompañado. Como resultado ha crecido bastante rápido en poco más de cinco años. En paralelo José Joaquín ha tenido que lidiar una doble lucha: la suya personal contra su precocidad o sus ganas por ir rápido y la de un sector que veía(mos) con la ceja arqueada como ese niño al que se le notaba que había visto demasiadas veces lo que se cocía en la lupa de instagram no quería vivir una evolución, sino nacer evolucionado. Y ya lo hemos dicho: ir con prisa casi nunca sale bien.

Esa dualidad ya se veía en ‘Mi Verdad’: una colección que se vendía sola pero con un trasfondo (o un nombre) que insistía en que había que pararse a conocerle. Lo cierto es que la propuesta escondía algunas ideas que esbozaban un camino propio a seguir (en los trajes sin apenas volumen) y una flamenca a evolucionar. Si olvidamos ‘Bulla’ (dentro de unos años seguro que él también la va a querer olvidar), y de 2022 pasamos directamente a 2024, nos encontramos con que ‘Niza‘ es la colección en la que José Joaquín nos presenta una evolución, un relato propio y una línea que se identifica o se distingue en el mar de volantes que es la flamenca actual. Para ello se ha valido de tejidos vaporosos, punto o perforados, tres texturas que son parte obligada de su taller y que en esta ocasión se ponen al servicio de una mujer más aflamencada que flamenca (pura), que va pasando de cuerpos ceñidos a patrones holgados, o de faldas de escaso volumen a blusones anchos.

A partir de ahí se va desarrollando una colección que nos lleva a la costa azul francesa y al verano, a diseños que juegan con la moda de baño, con el oversize, con el movimiento de pareos o de prendas exteriores para ir a la playa. Ese moodboard es el que permite que José Joaquín despliegue esas pinceladas que en sus trabajos anteriores se intuían como más interesantes y ahora aquí se llevan todo el protagonismo, dejando el volumen solo para el traje de apertura. Y es que el corte por encima de la cadera, el largo tobillero, los volantitos, el cuello a la caja, el lunar blanco de gran tamaño o el talle desde el escote le sientan muy bien a unas ideas que en una Andalucía con ferias y romerías a 40 grados, deberían ser opción a tener en cuenta.

Una flamenca en sí estival y de postal que, en algunos momentos, podría ser pin up (en los blancos o lila) u ochentera (en los de punto) pero que se queda en la sencilla elegancia del pelo humedecido, el maquillaje natural, ese aire de ricachona opulenta que combina el aftersun con ácido hialurónico Chanel nº 5 y que sale de noche con su hija adolescente como si fuese su mejor amiga. De hecho, si observamos bien, notareis que el diseñador ha vestido a casi todas las modelos acordes a su edad, dando empaque a una propuesta que boceta diferentes fases vitales de la mujer. Quizá lo suyo no sea una sucesión de ideas rompedoras-creativas, pero si algo sabe José Joaquín es venderlo: sus desfiles casi siempre son fáciles de comprar y atrayentes de seguir hasta el punto de que en este nuevo SIMOF de ideas (pantallas) maximalistas la pasarela no se ha comido la flamenca sencilla que propone Gil sino al revés, se ha crecido al saber aprovechar una escenografía más propia de moda convencional que de volantes para Feria.

Además de ser una colección que pone más en su sitio a su creador que sus precedentes, Niza no se olvida de uno de los nombres que han marcado las pasarelas del 2024, especialmente para las firmas de Almonte: Cristo Bañez. Podría haberse quedado en la mención y recuerdo que se hace al inicio del desfile con un traje en negro, pero quienes tenemos cierta edad o memoria, veremos en algunas salidas referencias claras al trabajo de Bañez, como se nota en los pocos estampados o en la tonalidad de naranja elegida: podrían haber salido perfectamente del taller de Cristo. Si bien esas referencias aparecen insertadas con bastante naturalidad en la pasarela y no se ve como aislado, sino como parte integrante de la colección.

Como ocurre en muchas creaciones que parecen marcar un rumbo diferente, será el tiempo el que dictamine si esta colección se queda como verso libre dentro de la trayectoria del diseñador o a lo mejor es ese punto de inflexión que, como ha ocurrido con otros diseñadores, se ha visto en su tercera/cuarta colección. Hablábamos al principio de este post de nacer evolucionado, o de creerse que se llega con los deberes hechos, pero esas carreras se aceleran pronto, se terminan antes y casi siempre por la puerta de atrás. Por eso lo interesante de ‘Niza’ es que refleja cierta autoconsciencia por parte de un José Joaquín que ahora sabe que lo fácil puede que sea llegar, pero lo difícil siempre es mantenerse.