Entre nuestras apuestas para las tendencias flamencas del 2020 había una con la que cerrábamos ese post, que ya se estaba dejando notar y que finalmente tomó la pasarela: el sorpasso rociero, o como la flamenca de romería ha terminado por tomarle la delantera a la de feria en cuanto a moda, creatividad e ideas que saben unir lo tradicional con lo innovador, yendo más allá de la bata de toda la vida y jugando con todo tipo de posibilidades de la moda convencional que se adaptan e integran en la marisma. Tanto es así que hemos visto colecciones enteras hechas para el camino o la aldea o propuestas donde la gran mayoría de los trajes iban con esa intención (algo impensable hace años). Todo ello con un gran nivel que, desgraciadamente, no veremos esta semana cumplir con la flamenca de a pié: sin ferias, fiestas ni romerías, y por supuesto sin Rocío, lo que nos queda es recordar cómo eran esos trajes que nos invitaban a irnos al Camino a comienzos de año y pensar en como estos volantes habrían llenado el paso de la Hermandades (e instagram) con su colorido, volantes y moda.
Por ello, y porque 2020 ha sido una temporada a nivel de pasarela espectacular, aquí recordamos varias colecciones que, esperemos, tengan en 2021 la oportunidad de lucirse como bien merecen:
Alonso Cozar, ‘Rocío’. Es la gran colección rociera de la temporada y también con la que recordaremos o que marcará a Alonso Cozar. Un paseo genuino por el Rocío de los 90, con las telas, los detalles, los colores, los lunares y los patrones traídos al 2020 y demostrando que hasta el estilo más kistch tiene su sitio en las tendencias renovadas.
Cristo Bañez, ‘Ahora’. Casi una década para regresar a SIMOF y para demostrar… que sigue siendo él. Cualquiera que viese colecciones como ‘Mía’ o ‘Despertares’ verá que el estilo de Cristo permanece y que el almonteño no volvió a SIMOF buscando tirar la pasarela abajo, más bien lo hizo sabiendo como trasladar su visión de la flamenca a un 2020 donde ha sabido formar parte, con un camino cuajado de detalles y unos pequeños lunares entregados al maxi-patrón.
Gil Ortiz, ‘El grito’. Sin etiquetas pero con claras referencias al vestir rural andaluz de la primera mitad del siglo XX, Juanfran Gil dio su sitio a la flamenca de grandes volantes que tanto le gusta aunque, entre medio y como vemos aquí, hubo espacio para propuestas que hacían un guiño a su tierra.
Manuela Martínez, ‘Tradición‘. Sin aditivos: en Almonte era y es un año especial con la Virgen y en Manuela Martínez vistieron sus volantes con hechuras y colores de toda la vida donde tampoco faltaron estampados florales (y amapolas).
Atelier Rima, ‘Beatus Ille’. El modernismo bucólico y naturalista de Rima Poceviciene nos dio una nueva entrega de flamencas en rojos, negros y colores variados en los que los detalles y los elementos de inspiración artística completaban unos trajes que se identifican por sí mismos.
El Ajolí’, ‘Rincones del Alma’. Tan importante es el mensaje como la forma de transmitirlo. Y la casa de Pepe Jiménez unió de manera exquisita ambas cosas en su desfile: talles altos, faldas que nos llevan al camino y una ambientación (y una música) que nos llevaron a días… como los que tendríamos que estar viviendo justo ahora.
Javier Mojarro, ‘Calamity Jane’. Del Oeste a la Aldea. En el apartado creativo, sería la colección rociera del año: Mojarro alcanzó la madurez creativa con la estética cowboy y con una flamenca a veces urbana, a veces muy de las arenas pero con un guión que nos llevaba directos hasta donde él quería.
Adelina Infante, ‘Dualismo’. Casi de manera premonitoria, la diseñadora onubense planteaba su colección como una evolución cromática que representaba la idea de que lo positivo, al final, siempre gana: del negro al rojo pasando celestes u ocre. Buenas palabras que, también, se sustentaban sobre la propuesta más compacta y con las ideas más claras de Infante.
Santana, ‘Contigo’. Todas sus colecciones incluyen un apartado de camino, e incluso diríamos que la combinación de negro, blanco y gris es el fetiche del diseñador de Lepe para romerías. Así lo hemos visto en varias de sus propuestas y este año, estampados y perforados mediante, tampoco faltaron a su cita.
Juan Boleco, ‘Mala Fama’. Convirtiendo una envasadora en toda una pasarela, Boleco este año supo como hacernos llegar una colección en la que su estilo se sigue consolidando y en el que las telas, los colores, los pasacintas o las tiras de encaje se modernizan bajo la batuta del diseñador.
Manuela Macías, ‘Colección 2020’. El corte a la cintura, las faldas de capa, los grandes vuelos y los lunares negros de nuevo se unían en consonancia con una flamenca costumbrista y que, como siempre hace la casa onubense, se sabe clásica pero al mismo tiempo rebusca en los detalles para renovarse.
Ventura, ‘Blagostobo’. La inspiración en la búsqueda del pueblo gitano de su lugar y de haber sido nómada, aproximaba por primera vez a Ventura a las ideas de romería con colores oscuros, detalles de cuero, grandes sombreros o el blanco, dando forma a una colección donde el diseñador abría una nueva faceta creativa.
Rocío Martín, ‘Revuelo’. En 2019 dieron una de las ideas más seguidas en la aldea: pañuelos de seda estampadas en sustitución del mantoncillo y acompañados de cinturón. Este 2020 no lo olvidaban y lo completaban con estampados de todo tipo y detalles de volantes o volumen en hombros.
José Raposo, ‘Carmela’. Una propuesta marinera e inspirada en Bonanza con destino al otro lado del río: cuadros de vichy, fluor, botas de agua y un homenaje a Sanlúcar de Barrameda que se condensaba en uno de los jóvenes talentos que mejor ha apostado por la moda de camino.
Rocío Segovia, ‘¡Caramba!’. Cortes oversize, patrones holgados, colorido, lunares e incluso un toque ochentero. Todo vale y todo sabe ir de la mano en la colección de una diseñadora que nos invita ir al Camino de la manera más desenfadada.
Alba Calerón, ‘Florecer’. Desde sus primeras colecciones como novel al día de hoy, la flamenca de Calerón ha ido siempre en la misma dirección. Y ahí sigue: tejidos livianos, volantes grandes, cuerpos poco entallados y una visión personal de la romería que, poco a poco, sigue puliendo.
María Amadorr, ‘Brida’. El vestir masculino y el aire historicista se conjugaron en la primera propuesta profesional de Amadorr entregando una colección compacta, que permite ver por donde quiere ir la diseñadora y que, de manera intencionada o no, parecía más enfocada a una flamenca de romería que de Feria.
Agus Dorado, ‘Iyalodde‘. Muchos estampados, inspiración africanista, grandes faldas y colores cálidos. El debut profesional de Agus Dorado bebía de tintes raciales para llevarla también hasta una flamenca que, al igual que en su colección anterior, parece buscar más el entorno rural de la romería que el urbano de Feria.
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