La supersemana de la moda flamenca en Sevilla capital finalizó, como no podría ser de otra manera, con una jornada maratoniana que dio forma al Domingo de SIMOF. Un día que históricamente se ha abierto a flamencas de fuera de la capital hispalense, incluso de diferentes provincias andaluzas, y que servía/sirve para ver cuán abierta es la moda flamenca en cuanto a estilos si miramos a toda nuestra tierra.

Bajo esa premisa tuvimos un día en el que curiosamente, había muchas ideas de estilismo para apuntar: si os fijais en las fotos, la mayoría de diseñadores puso o peinado clásico setentero u ondas al agua, con unos ramilletes de flores generosos en cantidad y unos pendientes que completasen el look flamenco de escote hacia arriba. De ahí para abajo seguíamos con la tónica habitual: diseñadores jóvenes entregados al volumen, firmas clásicas que miran de reojo las tendencias en redes sociales y flamencas que, en general, son representativas de lo mejor que sabe hacer cada taller. Desfile a desfile así lo vimos:

Yolanda Moda Flamenca, ‘Y se amaron dos caballos’. El homenaje a los Hermanos Reyes nos llevó directamente a una suerte de años 70 y 80, a unas sevillanas de organillo y radio casette, a una Feria de Sevilla típica de estampa. Yolanda lo supo vender y era difícil no comprarlo: sin más pretensiones que la de mostrar una flamenca clásica (y comercial) o con un estilismo que acertaba de pleno con collares y argollas de acetato, la firma de Castilleja nos invitaba a un Real cuajado de lunares y colores de siempre donde daban ganas de pasearse.

Carmen Benítez, ‘Anhelo’. De debutar en compartido a desfilar de manera individual. La diseñadora cordobesa ha tardado poco en situarse en SIMOF y, de paso, en abrir el abanico de su flamenca con una colección donde había tanto moda aflamencada como los trajes de volantes. De lo que vimos se pueden extraer dos ideas. La primera es que la inspiración flamenca no debe limitarse a diseños donde parece que se ha puesto algo para aflamencarlo y seguir adelante, debe haber un carácter implícito. Lo segundo es que, estando todo en su sitio, parece que Carmen aún se retiene a sí misma: el uso de azules, rojos y rosas es un acierto, el querer buscar la feminidad también, pero en algunos de los trajes hay pistas que apuntan maneras… y si ella quiere pueden despuntar, o quedarse en lo correcto de una faena aseada.

Alejandro Andana, ‘Coronada’. En un momento en que la moda flamenca está algo saturada de nombres es complicado sobresalir con una identidad propia, aunque las ganas y la materia prima acompañen. Y tres colecciones después es un poco lo que ocurre con Alejandro Andana: ‘Coronada’ presenta una flamenca de aires clásicos, muy pulida en la forma, con un estilo a medio camino entre lo folclórico y el gusto por el volumen muy bien llevado. Todo está en su punto, todo funciona y es una bella recreación de una fiesta patronal, además que esos blancos, ya sea como tejido principal o como relleno de volantes, atraen. Lo único como pero es que todo está muy bien hecho, sí, pero la duda es: ¿Qué flamenca es la que quiere esbozar este diseñador? (Y potencial para salirse del guion tiene).

Teressa Ninú, ‘Sensaciones’. En el lado opuesto de la pregunta lanzada en el anterior párrafo está Teressa Ninú: la diseñadora malagueña tiene tan claro quién es, qué hace y que mejor que ella nadie lo hace (a pesar de sus imitadoras). Para cualquier que sea amante de la costura su desfile debería ser de obligado visionado (te vaya su estilo o no). En ‘Sensaciones’ Teressa vuelve a equilibrar entre elegancia y sensualidad, opta por colores veraniegos (verdes, azules, amarillos o blancos) y, permaneciendo fiel a sí misma, sigue demostrando que el cuerpo femenino es un lienzo sobre el que dibujar muchísimas formas y acabados.

Flor de Cerezo, ‘Gaudianas’. Tras el paréntesis en SIMOF (que no de pasarelas) de 2023, Verónica Cerezo retoma su lugar sobre la tarima de Fibes en una colección en la que su flamenca se presenta más comedida que en aquellas ‘Legendarias’. La inspiración esta vez ha sido la arquitectura de Gaudí, llevando el colorido de las vidrieras al estampado propio de un desfile que navega en diferentes colores, potencia el traje de flamenca, juega con patrones asimétricos, toma referencias de moda urbana o pica en la moda de inspiración aflamencada. Aún así, da un poco la sensación de ser una colección en la que parece que ha habido ganas de hacer más de lo que hemos visto.

Rocío García, ‘Entre dos tierras’. A veces los volantes delatan de donde viene una diseñadora, y los de Rocío García nos están gritando «fiestas patronales del Aljarafe». La última ganadora de noveles de SIMOF (procedente de Albaida) sabe qué flamenca la va a buscar: la que va a pasearse por el pueblo, ser el centro de las miradas y puede soportar kilos de tejido porque también se paseará en carroza. Una flamenca de volúmenes, para no romper la línea de los últimos noveles con premio, en que Rocío destaca por dos cosas: el buen uso de la flequería y, sobre todo, que vuelve a quedarle bien (o resultón) una mezcla de colores bastante complicada (esa combinación de tonos pastel hay que saber gestionarla).

Hermanas Serrano, ‘Pensando en ella’. La pregunta de ¿Qué se lleva? se podría responder directamente con esta colección. En el taller nazareno no se han complicado y han ido directas al cuadro de tendencias flamencas que han arrasado en las últimas ferias: volantes por encima de la rodilla, cuerpos entallados, faldas a la cintura, mantoncillo bordado, volantes o volumen en hombros, lunares blancos, color naranja, el verde, el rosa… Un moodboard que borda el nombre de la colección: pensando en ella, en la clienta.

Con T de Touché, ‘Chic’. Renovarse o morir. Antonio y Pedro llevan años dependiendo de algo muy concreto que ha vestido/acompañado a su flamenca hasta el 2023, año en que se presentaron con doblete en las pasarelas sevillanas. Otro año más con el estampado de bordado de mantón en la pasarela (por mucho que funcione) les habría dejado como firma de una sola idea. Por suerte ‘Chic’, sin salirse de los volantes maxi o de los colores saturados, se abre a patrones que coquetean con la moda (los cuerpos) de fiesta, dejan los bordados como testimonio de lo que les ha dado visibilidad, e inciden en esa flamenca que, como en el desfile, va tan pendiente del móvil como de los volantes.

Jesús Morilla, ‘A mí manera’. Otro de los nombres archirrepetidos para una colección que, si lo tomamos al pie de la letra, sirve para conocer el perfil de Morilla: flamenca de pueblo y de camino, de fiestas en ámbito rural, de mezclar lunares con estampados, de pasearse por la mercería, de volantes con organdil rizado, de ir transformando las ideas conforme se va montando en maniquí. La propuesta, iluminada por blancos, pasteles y lilas, tiene su propio encanto e invita a querer ver más. Y un apunte respecto a 2023: con esta flamenca pura no hace falta meter intentos aflamencados.

Manuel Odriozola, ‘Albero, sal y romero’. En un SIMOF entregado al volante bien relleno, una colección así, es dibujar una raya en la arena. Odriozola se ve que tiene un concepto cerrado, que le gustan los volantes pequeños (que en algunos casos piden un tejido distinto), los cuerpos limpios y los flecos o los encajes acompañando. El concepto se ve y los colores, con los ocres marcando la línea, terminan de definirlo todo.

Inma Castrejón, ‘Sueños de Goya’. Siendo el estilo goyeso, o la inspiración dieciochesca, algo que ahora mismo no está representado en pasarela y que esta diseñadora es algo que sabe manejar (como le hemos visto), esta propuesta podría haber sido una oportunidad perfecta para lucirse en ello. El resultado se queda a medias: cuando salen trajes de flamenca con flecos, sus buenos escotes y las formas dibujadas con aplicaciones en negro, encajes o madroños, todo se ve muy bien y muy en su sitio. Incluso las transparencias o los vestidos de lentejuelas pasan por ese filtro de maja o musa del pintor. Pero para llegar a eso primero ha habido una parte de flamenca comercial que nos lleva a lo que viene después y, en cierta manera, distrae bastante el conjunto. La idea estaba ahí, pero se quiso ir por otros lares.

Javier del Álamo, ‘Isis’. La diosa egipcia como motivo de colección para una colección que… no trae el antiguo Egipto a pasarela, sino que parece ir por otros lares, como los de la mujer fuerte, con garra y empoderada. Es lo que se ve en el uso de aplicaciones metalizadas, cortes asimétricos, transparencias, cuerpos entallados o lentejuelas. Sobre esa base los diseños finales tienen una peculiaridad: parece que del Álamo se ha volcado en una idea concreta del patrón, dejando a un poco a la inercia el resto del traje. La intención de diseñar está pero, y esto ocurre en muchos desfiles, se ve donde se han echado más horas de taller.